La hipocresía y su ejercicio en la sociedad dominicana

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- El hipócrita y su proceder

1.- Es falsa una sociedad humana cuyos miembros hacen gala de lo que no sienten, y lo que muestran no se corresponde con lo que son en realidad, porque están dominados por la apariencia.

2.- En el medio social dominicano está sobresaliendo esa persona que finge lo que no es, es decir, da a entender lo que no es en verdad. Se destacan los farsantes que simulan sentimientos que no tienen.

3.- Sin darnos cuenta, a diario estamos compartiendo con ese individuo que ante una calamidad da a entender un estado de ánimo afligido, pero en el fondo de su alma rebosado de alegría; cubre su gozo con un manto de pena.

4.- El proceder de la generalidad de nuestros connacionales, es la causa oculta de su accionar ante los demás. Encubre con la autenticidad su forma normal de ejecutar mistificando.

5.- La teatralidad se ha convertido en algo que es de la esencia práctica del dominicano. Ejecuta la farsa con tanta normalidad como si se obrara con veracidad. El aparatoso, a veces, se confunde con el más sencillo de la comunidad.

6.- En cualquier encuentro, laboral, social o político, estamos expuestos a toparnos con ese hombre o mujer que oculta lo que siente o piensa, porque encubrir es ya una línea de cómo actúan lo que se han formado en el disimulo.

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7.- En ocasiones no sabemos si estamos departiendo con una persona presta a hacer el papel de comediante, o en ese momento procede con la verdad en su conversación. De tanto que se usa el montaje, la sinceridad confunde hasta a aquel de mente ágil.

8.- En el ambiente que nos movemos, no es muy cómodo saber con quién tratamos, porque abundan hombres y mujeres que tienen arte para hacer confusa la imagen de una persona emborronando su conducta, aunque simula ponerla en claro.

9.- Sin mucho esfuerzo llegamos a darnos cuenta de que en el ser humano dominicano de hoy está presente, como algo cultural, obrar basándose en la hipocresía. El artero es aceptado como un hombre virtuoso, que se destaca por su habilidad para articular la falsedad con la autenticidad.

II.- La hipocresía en la política y en otras actividades

10.- Desde el Estado, el fingimiento lo observamos cuando el gobierno dominicano manteniendo relaciones diplomáticas con otro, supuestamente

amigo, procede dándole una puñalada trapera para complacer la política exterior de Washington.

11.- La lealtad en los vínculos diplomáticos manda que si el gobierno dominicano no desea sostener relaciones diplomáticas con Haití, Cuba, Venezuela y Nicaragua, debe plantearlo con toda claridad y no estar llevando a cabo una política internacional de zigzagueo.

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12.- El Estado dominicano, aunque es social y de derecho, desconoce el derecho internacional a la salud, expulsando de la maternidad y centros hospitalarios públicos, a las parturientas haitianas. Lo humillante no cuadra en quien predica enaltecer el humanismo. Cuando más debemos demostrar piedad, o más claramente solidaridad para con los inmigrantes haitianos, les perseguimos en forma deshumanizada.

13.- La mojigatería, la simulación que se exhibe desde las alturas del poder, también se manifiesta en las relaciones entre particulares, donde es común el disimulo, y se olvida la franqueza.

14.- Los nexos cordiales entre quienes se consideran amigos, por lo general solo son reales de un solo lado, porque ahora lo que prima es la rivalidad, aunque se hace creer el compañerismo que solo es verdadero en una de las partes.

15.- En cualquier ambiente que nos movemos, nos vamos a encontrar con el insincero que hace gala de su engañosa sinceridad. El engañoso tiene su arte para presentarse como muy franco.

16.- Cada quien debe convertirse en juez de su conciencia y detenidamente analizar, y se dará cuenta de que está conviviendo en un círculo social donde se destaca la doblez, el fariseísmo y otras tantas formas de teatinería.

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III.- Ideas finales

a.-) En la medida que se deteriora la sociedad dominicana, en ese mismo grado la falsía se hace fuerte y penetra más y más en el enfermo cuerpo social.

b.-) Lo único que hoy podemos hacer para vencer a la hipocresía, es salvar a la niñez dominicana para que no se contamine con ese vicio social que ha convertido a la sociedad actual en una comunidad humana de farsantes.

c.-) Ante tanta hipocresía, y porque aquí abundan los cristianos hipócritas, es oportuno recordarles «¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que son semejantes a sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. 1

d.-) Además, porque talvez esta idea llega a la conciencia de los hipócritas, nada quita decirles que retengan: “todos los pecadores tienen menos atrevimiento que

1 Mateo 23:27

el hipócrita, pues ellos pecan contra Dios, pero no con Dios ni en Dios; mas el hipócrita peca contra Dios y con Dios, pues lo toma por instrumento para pecar”.2

e.-) Particularmente a mí, la hipocresía me repugna, lo que me ha llevado a establecer diferencias entre amigos, conocidos y amistades, para que cada persona que se trata conmigo no se engañe con respecto al lugar que ocupa en mis afectos. No conozco el culebreo.