Declaran con “trastorno psicótico” dominicano que asesinó a machetazos una boricua

Declaran con “trastorno psicótico” dominicano que asesinó a machetazos una boricua

Declaran con “trastorno psicótico” dominicano que asesinó a machetazos una boricua El dominicano Ángel Feliz Vólquez usó un machete para cometer el crimen

Miguel Cruz Tejada

NUEVA YORK._ El dominicano Angel Feliz Vólquez de 26 años de edad, que el 24 de enero, asesinó de varios machetazos a la puertorriqueña Carmen Torres González de 59, a la que cercenó un brazo, le cortó el cuello, la cara, el hombro y el antebrazo, la parte posterior de su cabeza y sus dos manos, cortando uno, y luego inclinándose ante el cadáver, de acuerdo con un informe de la policía.

El detective a cargo de la investigación, reportó después de interrogar a Vólquez, quien tiene antecedente en incidentes violentos previos, que el dominicano sufre de “trastorno” y “autor esquizofrénico diagnosticado”.

El asesino dominicano, usó un machete de 20 pulgadas para asesinar a la señora Torres González, una devota de una iglesia cristiana, graduada en su natal Puerto Rico como secretaria y que padecía de cáncer pulmonar, aunque no quiso decírselo a su familia.

El horrendo crimen, conmocionó el proyecto de viviendas públicas “Mott Haven Houses”, donde la mayoría de los residentes, deploraron el homicidio cometido por el dominicano.

Vólquez, es acusado de asesinato en segundo grado y está preso en la cárcel municipal de Rikers Island en Queens, mientras su abogada Ammy Attias, ha pedido un extenso examen psicológico a Volquez, quien al parecer, también es bipolar y con largo historial de agresiones violentas a otros, en las que figura tomar platos para atacar a un gerente y compañeros de trabajo en un restaurante en el que trabajaba.

La policía dijo que Vólquez confesó que mató a la boricua porque alegadamente, ella lo perseguía y se la pasaba hablando mal de él con otros vecinos. La víctima, estaba al cuidado de su madre enferma de 77 años de edad y le había advertido a la hija que tuviera cuidado, porque el proyecto de viviendas, es muy peligroso y especialmente con Vólquez, y que podría ser asesinada.

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Días más tarde, Vólquez, perpetró el horrible crimen en el pasillo del quinto piso, después de salir de su apartamento con el machete de 20 pulgadas. El asesinato de la señora Torres González fue el primero de 2016 en los confines del cuartel 40 de El Bronx.

Familiares y allegados a Vólquez critican al estado, diciendo que no pudo mantener fuera de las calles al dominicano, a pesar de su historial de problemas mentales. A pesar del temor de los residentes por la inseguridad en el proyecto, la señora Torres González, que llegó a Nueva York de Puerto en 1980, se trató dejó intimidar por esos temores.

La puertorriqueña asesinada, se convirtió en una preocupación para Vólquez, quien le dijo a la policía después de su detención que la oyó llamar mencionar su nombre en medio de la noche y hablaba de él. Les dijo a los investigadores que él pensaba que ella y un vecino lo habían estado espiando.

No era la primera vez que Vólquez había oído voces que dicen los demás, no eran reales. En marzo de 2015, fue acusado de romper un plato sobre la cabeza de un gerente en un restaurante de Manhattan donde trabajaba. Les dijo a las autoridades que sus compañeros de trabajo estaban hablando de él cuando pensaban que no estaba escuchando.

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«Para mí, eso es evidencia de que algo está pasando dentro de la mente de esta persona que no es real,» dijo Colin Brysol, un ex compañero de trabajo de Vólquez. Después del ataque en marzo, al dominicano se le ordenó completar siete días de servicio comunitario y un programa de manejo de la ira, pero, volvió a caer en manos de las autoridades.

DE LA ESTABILIDAD A LA LOCURA

Vólquez, que nació en la República Dominicana, quería ser un jugador profesional de voleibol, según relata su abuela, María Matos. Le gustaba ir al Citi Field para ver jugar a los Mets de Nueva York, su equipo preferido de béisbol. Estudió en la escuela secundaria Walton en el Bronx y trabajó en un restaurante de la cadena McDonalds para ayudar a su madre soltera con el alquiler del apartamento, añadió la abuela.

En 2012, comenzó a enseñar el fútbol y otros deportes a niños y adolescentes en el centro comunitario “Kids Village” (Villa de los Niños) que acogía a menores en situación de riesgo en el condado de Westchester.

«En el ángel que yo conocía, no había nada de malo en él», dijo Carlos Cuevas, un ex compañero de trabajo que creció con Vólquez en la República Dominicana.

«Era un tipo tranquilo, un tipo muy respetuoso, un gran tipo», narró Cuevas.

La abuela dijo que la enfermedad mental de su nieto, surgió hace un año, cuando le dijo a su madre que no podía dormir y había dejado de comer o beber cualquier cosa, pero se hizo adicto al café.

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Comenzó a adelgazar meteóricamente y cayó en depresión aguda. Un amigo de la familia en la iglesia que Vólquez visitaba, le consiguió un trabajo como lavaplatos en el restaurante “Asia Cuban” en el centro de Manhattan. Unas noches después de su inauguración, un gerente, Felipe Murcia, estaba fregando platos sucios.

Murcia dijo que sintió que lo habían golpeado por detrás en la cabeza, se desplomó y todo lo que vio fue oscuridad. Cuando volvió en sí, Murcia se tambaleaba hacia atrás, goteaba sangre de una herida en la frente que requirió 35 puntos de sutura. Docenas de platos rotos estaban en el suelo, que fueron usados por Vólquez para atacar a Murcia.
Tras el ataque a Murcia, Vólquez fue arrestado por la policía y acusado de un delito grave de asalto en segundo grado por golpear al gerente con los platos.

En agosto se declaró culpable de un cargo menor de asalto. Los fiscales le dijeron a Murcia que no podían probar que Vólquez había utilizado platos para agredirlo. El certificado médico que le dieron, contradice la percepción de la fiscalía.

El dijo que los fiscales no investigaron a fondo, haciendo hincapié en que el señor Vólquez no tenía antecedentes judiciales y sugiriendo que Murcia fue quien provocó el ataque. Murcia les dijo a los fiscales que Vólquez necesitaba ayuda psiquiátrica.

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