Radical oposición de Rusia y China

manuel volquez

Manuel Vólquez

Reflexionando sobre la posición radical asumida por los gobiernos de Rusia y China respecto a la crisis de violencia e inseguridad que registra Haití, me he dado cuenta de que la razón de ese comportamiento es el fruto de los intereses políticos y económicos.

Haití es un escenario colapsado que no ofrece nada a las grandes potencias mundiales, que ambicionan con malicias los recursos mineros y ambientales de los países en vía de desarrollo. Rusia y China se circunscriben solo en sostener relaciones comerciales de bajo rango porque no están interesados en Haití.

La crisis haitiana ha dado un nuevo giro, luego de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobara que la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití (MSS, por sus siglas en inglés) se convierta en la Fuerza de Eliminación de Pandillas (GSF), con el propósito de erradicar a los grupos que están aterrorizando a Puerto Príncipe.

La resolución, sometida por Estados Unidos y Panamá, recibió 12 votos a favor. No hubo oposición y tres países se abstuvieron, China, Rusia y Pakistán explicando reservas en tres frentes: ambigüedad del mandato y del diseño operativo, sostenibilidad financiera y riesgo de escalar la violencia.

Por eso no se suman a las demás naciones que promovieron esa iniciativa. Se recuerda que años pasados Rusia y China también objetaron la Misión de Cascos Azules en Haití aprobada por el Consejo de Seguridad, argumentando que las condiciones en el país caribeño no eran propicias para este tipo de despliegue.

En esta ocasión, repiten la misma excusa para obstaculizar el envío de la Misión; reiteran que la situación del pueblo haitiano no cumple con los requisitos para una delegación pacifista y abogan por que sea resuelta por los propios haitianos, con énfasis en la gobernanza interna. Señalan el flujo constante de armas y municiones hacia el país como un factor clave que debe ser atendido antes de desplegar una fuerza anti pandillas.

Veo en esa oposición una postura que contradice el espíritu de solidaridad que esas naciones por décadas han ofrecido a los pueblos más débiles y empobrecidos del planeta. ¿Resentimientos políticos?

¿Cuál sería la actitud de Rusia y China si tuvieran en Haití inversiones de importancia? Seguro que serían los primeros en respaldar el envío de unidades militares extranjeras similar a los Cascos Azules.

No se han encontrado inversiones significativas o flujos de capital directo de Rusia hacia Haití. Las relaciones económicas bilaterales son muy limitadas. El principal vínculo financiero se refiere al comercio común de bajo volumen, registrado en 2022, con un leve superávit comercial para el país euroasiático.

Cabe apuntar que Rusia siempre ha sido muy cauteloso ante las intervenciones extranjeras en Haití, buscando tomar en cuenta la opinión de la sociedad haitiana y sopesar las consecuencias de la injerencia externa, según declaró un diplomático ruso en el 2022, quién consideró que “Estados Unidos ve a Haití como su patrio trasero y en este siglo ha estado implicándose en una descarada interferencia” en sus asuntos.

En el caso de China, las inversiones en Haití no son muy cuantiosas ni detalladas y su presencia se centra más en la importación de materiales. En el 2017 se mencionó un proyecto de inversión de 30 mil millones de dólares para modernizar infraestructuras, según un informe de la Agencia de Prensa Haitiana (AHP) reseñado en un reportaje del periódico neoyorquino en línea Huffingtonpost.com.

Sin embargo, el resto de la región caribeña ha sido para los chinos un atractivo en cuanto a la inversión en proyectos de infraestructura, hoteles, restaurantes, supermercados, telecomunicaciones y tiendas por secciones domésticas.

El financiamiento en América Latina y el Caribe se ha concentrado menos en Haití, país que mantiene relaciones con Taiwán (isla parte de China y un aliado de Estados Unidos), a diferencia de otros destinos latinoamericanos que han acogido trueques en infraestructura y tecnología. Esa podría ser otra motivación de que el régimen de Beijing no ofrezca apoyo al gobierno haitiano en la presente crisis, según expertos en geopolítica.

Los planes de Beijing con América Latina son de invertir US$250,000 millones en los próximos 10 años, de acuerdo a lo anunciado por el presidente chino Xi Jinping, en la reunión de líderes de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), celebrada en Pekín en el 2015.

Hasta principios del año 2025, las negociaciones en el territorio haitiano son limitadas en comparación con otros pueblos caribeños, concentrándose en programas con un fuerte componente comercial.

En este año, el balance comercial entre China y Haití fue positivo para el gigante asiático, con exportaciones por $65 millones. Los principales productos exportados por China hacia Haití incluyen barras de hierro, motocicletas y calzado de goma, mientras las compras son chatarra de cobre y aceites esenciales.

No obstante, se tiene la esperanza de que en algún momento Rusia y China cambien de ideas y adopten en su agenda políticas solidarias favorables sobre Haití, aunque no sabemos cuándo ocurrirá. En la política, todo es posible.

Mientras se espera la llegada de la misión anti pandillas hacia Haití, la República Dominicana ve peligrar su soberanía y la seguridad por la masiva entrada de haitianos indocumentados transportados a través de la frontera por traficantes de personas de ambos países

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