La impunidad de piratear libros y encima venderlo en Google Play

La impunidad de piratear un libro y encima venderlo en Google Play

La práctica ilegal de vender libros en línea

PATRICIA VALENTÍN

La piratería no solo está en el cine o en la música, también la encontramos en los libros. Esta afirmación no es nada nueva, muchos conocerán (otros tantos padecerán) esta práctica de la venta deebooks ilegal. Pero la situación se hace aún más rocambolesca si cabe.

En los últimos días, hemos conocido cómo los piratas llegan hasta un punto absurdo y aberrante. Venden libros que ellos han descargado gratuitamente, en plataformas tan gigantes como Google Play. Están ahí, con sus perfiles y sus decenas –o más de un centenar– de libros dispuestos a venderse por un módico precio, como 2,53 euros (muy accesible, la verdad). E incluso llegan a modificar los sellos editoriales para poner el suyo propio. Es el colmo de la arrogancia.

Así llegamos a encontrar la venta de libros duplicados en Google Play; unos, por parte de la editorial, mientras que otros, por parte de piratas que han descargado estas ficciones desde páginas de descarga y lo han subido a Google Play, con el precio que han estimado conveniente.

De todas esas cantidades, ¿cuánto reciben las partes implicadas?

Fácil. Autores y editorial, cero euros. Piratas y plataformas que lo venden, lo que corresponda en los establecido previamente. Según el escritor valenciano, Javier Pellicer, cuando el ebook es de alguien conocido su precio ronda los 10 euros (o algo más); mientras que si no lo eres, es bastante inferior, alrededor de un euro o menos. Si lo venden a 2,53 euros… está claro que hay beneficios.

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Otro de los autores comprometidos en denunciar estos robos de propiedad intelectual es el escritor murciano, Claudio Cerdán, que nos ha comentado su experiencia con otro pirata que vendía su libro en la red. Lo hacía a través de la página argentina de compraventa de segunda mano mercadolibre.com, e incluso ha estado escribiéndose con ella –era una mujer– para pedirle explicaciones además de pedirle que dejara de lucrarse con el trabajo de otros. ¿Cómo lo hizo? Realizando una compra (sin pagar, claro) para poder hablar con el vendedor. Con esto ya había conseguido su nombre, email y teléfono. Se puede dar buena cuenta de ello si vas hasta su cuenta en Facebook donde relata todo.

Tras advertir a esta persona de las medidas legales que se iban a tomar, vino lo surrealista de esta escena. Estas son algunas de las respuestas que le dieron justificando la venta:

-«En ninguna página o en ningún libro dice ‘esto es una copia y está prohibida su venta’»

-«Lo que vendemos a la gente es el tiempo que cuesta bajar los libros que son gratis en muchas páginas, y el conocimiento para hacerlo»

-«Sin ánimos de ofender, debes tener mucha más charla de la que tengo yo, tengo una idea de un libro, ¿podrías escribirlo?»

Parece que al final Cerdán ha conseguido tras mucha conversación –y su negativa a escribirle un libro a esta señora– que pare de vender sus publicaciones. No sabemos hasta cuándo durará.

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Las respuestas a este gran problema

Casi nulas. Cogiendo el último ejemplo, Cerdán ha mandado “hasta tres denuncias a Mercadolibre, pero aún hoy no han contestado, dan la callada por respuesta y esos libros se siguen vendiendo de forma ilegal”. Solo en esta página «ya tengo una lista de más de diez vendedores de contenidos ilegales». Y es un suma y sigue.

Y en el caso de Google Play, Pellicer consiguió que después de mucho ‘ruido’ la empresa bloqueara al usuario Ispanyolca(al parecer, un pirata de origen turco) que tenía una cuenta con una gran lista de obras entre las que se encuentran “autores de gran renombre como Manel Loureiro, Javier Sierra, Megan Maxwell o Jordi Sierra i Fabra. Me repatea especialmente ver entre los afectados a amigos como Gabriel Castelló o Virginia Pérez de la Puente”.

Lástima que hace un par de días que la cuenta ha sido de nuevo reactivada.

En Google Play cuando decides subir un libro, te hacen perjurar cincuenta veces que eres el responsable de los derechos de explotación. Pero después de eso, aparte de tu palabra, no hay nada más. Cualquiera puede subir un ebook y ponerle un precio. Es como cuando cortas a una lagartija su cola, internet funciona igual, puedes denunciar y tener unos meses con calma, donde se van eliminando los libros duplicados. Cuando llega la tranquilidad, otra vez empiezan a aparecer nuevos piratas y nuevos nichos, donde asentarse para poder vender y esperar a hacerse de oro.

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¿Es un hecho aislado o hay algo más?

Sin duda, es un hecho que autores españoles se han dado cuenta en la última semana, pero eso no significa que no llevaran más tiempo en este mercado ilegal. Según Cerdán “algunos anuncian que tienen más de 15.000 títulos disponibles”, y para eso hay que tener tiempo.

Cerdán y Pellicer llaman la atención sobre algo especialmente sórdido.Los piratas quitan el logotipo o sello de las editoriales para poner el suyo propio, incluso de la web de descargas. Y aun así, se siguen vendiendo. El escritor murciano afirma que “me he encontrado mi propia obra pirateada a la que le habían cambiado incluso algunas páginas”.

La frustración con la que los escritores llegan a trabajar, en muchos casos viendo como los derechos de propiedad son ultrajados, ha hecho que se unan para denunciar estos hechos, este robo de intelectualidad que supera con creces los límites. Esperemos que dé sus frutos en un futuro a corto plazo.

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