La burda cultura de la ignorancia

manuel volquez

Manuel V贸lquez

El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) recomienda a la poblaci贸n mantenerse atenta a los boletines oficiales por el desplazamiento de fen贸menos meteorol贸gicos inestables que afectan al pa铆s, sobre todo por una vaguada que incide en varios niveles de la troposfera.

Para los que no conocen ese t茅rmino, la troposfera es la capa m谩s baja de la atm贸sfera terrestre, la que est谩 en contacto directo con la superficie de la Tierra y donde vivimos. En esa fase se producen la mayor铆a de los fen贸menos meteorol贸gicos, como la formaci贸n de nubes, la lluvia, el viento y las tormentas.

La advertencia tiene mucho valor, especialmente para protegernos cuando pretendemos desafiar a la naturaleza al cruzar r铆os, arroyos y ca帽adas con altos vol煤menes de agua por desbordamientos en las zonas bajo alerta.

Seg煤n el Instituto Nacional de Meteorolog铆a (INDOMET), las im谩genes satelitales y del radar meteorol贸gico muestran la presencia de chubascos y tronadas aisladas, situaci贸n que podr铆a repetirse hasta noviembre, cuando concluya la temporada de huracanes.

La escalada cicl贸nica en el Atl谩ntico inicia, cada a帽o, oficialmente el 1 de junio y se extiende hasta el 30 de noviembre. Para 2025, los pron贸sticos indican una actividad por encima del promedio con la formaci贸n estimada de entre 13 y 19 tormentas, de las cuales entre 6 y 10 podr铆an convertirse en borrascas, y al menos 3 y 5 alcanzar铆an categor铆a mayor (categor铆a 3 o m谩s en la escala Saffir-Simpson).

La historia de la Rep煤blica Dominicana registra efectos atmosf茅ricos que nos han marcado profundamente, siendo el m谩s letal el San Zen贸n que azot贸 Santo Domingo el 3 de septiembre de 1930 como categor铆a 4, con vientos de hasta 250 km/h. Provoc贸 la muerte de unas 2,000 personas (aunque algunas estad铆sticas las sit煤an en 8,000) y destruy贸 el 60% de las edificaciones de la capital.

A este torbellino siguieron otros, como In茅s (1966), Beulah (1976), David (1979), Emily (1987), Georges (1998), Fiona (2022), Noel, Sam y Olga, que causaron eslabones de fallecimientos y destrucciones de viviendas, puentes, acueductos y otras infraestructuras.

Una gran parte de la poblaci贸n es sorprendida, y sufre consecuencias tr谩gicas, por esos fen贸menos debido a que no tenemos por costumbre prestar atenci贸n a las recomendaciones de las autoridades que conforman los organismos de emergencia.

Por tradici贸n, no tomamos medidas precautorias cuando se emiten alertas meteorol贸gicas a trav茅s de los medios de comunicaci贸n. Es la raz贸n de que los huracanes nos agarran desprevenidos.

En esos tiempos, lo razonable es que los ciudadanos se provean de las cosas necesarias (velas, agua, comida y otros productos emergentes), coloquen protecci贸n a las ventanas y techos de viviendas de zinc antes de llegar los ciclones a nuestro territorio. Pocos lo hacen.

Incluso, los que viven en casas desvencijadas ubicadas a la orilla de los r铆os y zonas de peligro, siempre se niegan a abandonarlas cuando el COE y dem谩s organismos socorristas ordenan la evacuaci贸n. En ocasiones ha sido necesario obligarlos a salir por la fuerza.

Los m谩s incautos hasta salen a la calle a ba帽arse bajo las lluvias. Naturalmente, son los primeros en morir ahogados o fulminados por un rayo.

Es que la burda cultura de la ignorancia es un recurrente arraigo de nuestra gente y la causante de tantas desgracias en los tiempos de eventualidades catastr贸ficas. Se trata de un comportamiento grosero, torpe, que raya en lo ins贸lito. A fin de cuenta, cuando resultan afectados por una tragedia natural, terminan culpando al Estado dominicano de sus desgracias.

Hace falta conciencia y reflexi贸n para evitar esas crudas consecuencias. Ojal谩 esta vez el comportamiento sea diferente y se imponga la madurez.

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