Un comunicado que divide: la carta de Ozoria y su impacto en la autoridad del nuevo arzobispo

maxwell reyes

Un mensaje inesperado en un momento delicado

Por Maxwell Reyes

SANTIAGO, 13 de noviembre (Noticia.do).-La publicación del reciente comunicado de monseñor Francisco Ozoria Acosta, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, ha generado preocupación dentro y fuera de la Iglesia Católica.

La carta, divulgada pocos días después de que monseñor Tomás Morel Diplán tomara posesión canónica como arzobispo coadjutor con derecho a sucesión, no solo explica la pérdida de facultades administrativas del arzobispo saliente, sino que abre la puerta a interpretaciones críticas sobre el clima interno de la Arquidiócesis.

Desde una mirada conservadora y crítica, el documento parece ir más allá del simple acto informativo. La forma, el momento y el contenido del comunicado ha sido interpretado como un intento de predisponer al clero frente a la nueva autoridad eclesial.

Un comunicado que sugiere quiebres internos

En la carta, Ozoria revela que el Vaticano le ha retirado la potestad de gobierno en materia financiera y administrativa, y que dichas facultades fueron concedidas exclusivamente a Morel Diplán. Hasta ahí, la información es clara.


Lo problemático surge en el modo en que el arzobispo formula esa revelación.

Entre líneas, la frase “a mí me han dejado solo con el título” muestra:

  • Una visión de sí mismo como despojado injustamente.
  • Una especie de queja pública, inusual en la comunicación episcopal.
  • Una insinuación de que la autoridad real ahora recae en otro por causas que él mismo cuestiona.

La Iglesia suele manejar estos temas con discreción. Sin embargo, Ozoria expone el asunto ante fieles y medios como si se tratara de un ajuste de cuentas, creando la percepción de un conflicto.

Morel Diplán, entre el deber pastoral y la sombra de una polémica que no creó

Apenas iniciada su misión pastoral en Santo Domingo, monseñor Tomás Morel Diplán se encuentra ahora con un clima interno tensionado por una carta que no escribió y que, en los hechos, puede erosionar su autoridad.

El comunicado de Ozoria, tal como está redactado, permite que algunos miembros del clero puedan interpretar que:

  • Roma actuó con severidad excesiva.
  • El coadjutor llega como una figura impuesta.
  • Existe un “castigo” encubierto que no fue explicado.
  • El liderazgo entrante está asociado a una decisión que perjudicó al arzobispo saliente.

Todo esto constituye un escenario delicado. La transición episcopal debería ser un momento de continuidad, no de fisuras. No obstante, el mensaje de Ozoria genera un campo emocional complejo que Morel no provocó, pero ahora debe gestionar pastoralmente.

La falta de tacto y la ausencia de humildad esperada

Dentro de la sensibilidad conservadora de la Iglesia, hay dos puntos especialmente cuestionados:

1. El momento de publicación

Difundir esta carta días después de la toma de posesión canónica del coadjutor es, como mínimo, un gesto de poco tacto pastoral. Invita a pensar en una reacción emocional, no institucional.

2. El estilo del comunicado

La Iglesia valora la obediencia, la discreción y la humildad. Sin embargo, al escribir frases como:

“Nunca se me amonestó o advirtió”
“A mí me han dejado solo con el título”

Ozoria parece sugerir que es víctima de una decisión injusta. Eso contrasta con la actitud de obediencia silenciosa que Roma espera en estos casos.

Hablar de “enemigos”: un mensaje que inquieta

Una de las frases más preocupantes del documento —aunque no explícita al nivel de señalar nombres— hace referencia a “enemigos”. Desde mi óptica, esto plantea interrogantes graves:

  • ¿Están los “enemigos” dentro de la Iglesia?
  • ¿O alude a sectores externos?
  • ¿Está sugiriendo que su remoción administrativa se originó en intrigas internas?
  • ¿Es una insinuación contra quienes lo evaluaron o contra quienes lo reemplazan?

La Iglesia Católica cuida su unidad como principio doctrinal. Insinuar públicamente la existencia de enemigos internos es una expresión de enorme peso simbólico, y genera confusión entre sacerdotes y fieles.

Roma envió un mensaje contundente, pero el comunicado lo distorsiona

La Santa Sede fue clara: Hubo mala administración y se requería un coadjutor con facultades especiales.

Eso es un acto de gobierno normal dentro de la Iglesia.

El problema no es la decisión de Roma, sino cómo monseñor Ozoria la comunica:

  • Con tono de reclamo.
  • En un momento inoportuno.
  • Dejando abierta la sensación de “injusticia”.
  • Introduciendo tensión donde debería haber continuidad pastoral.

Desde mi perspectiva, esto refleja una falta de aceptación plena de la corrección realizada desde la Santa Sede.

Una carta que fractura el espíritu de comunión

Lejos de propiciar la unidad, el comunicado:

  • Divide al clero al insinuar arbitrariedad.
  • Condiciona la recepción del nuevo arzobispo coadjutor.
  • Quita serenidad a un proceso de transición.
  • Publicita tensiones internas que normalmente se manejan dentro de la vida eclesial.

Más que una nota pastoral, parece una reacción personal, escrita desde la herida y no desde la prudencia episcopal. La Iglesia dominicana enfrenta ahora un reto: restaurar la unidad, fortalecer la confianza en la nueva autoridad y evitar que esta carta se convierta en un punto de quiebre dentro del cuerpo eclesial.

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