A Pleno Sol: Iglesia de los Pobres

Por Manuel Hernández Villeta

La iglesia católica dominicana está en la obligación de entrar de lleno en el siglo 21. Tiene que modernizar su relación con la comunidad, enfrentar los problemas de la juventud, tener respuesta contra la delincuencia y lo más importante, ser un orientador en los barrios donde cunde la miseria y la desesperanza.

A Pleno SolY hablamos de la iglesia católica por varias razones. Es el principal segmento religioso del país, el único que tiene categoría de religión oficial del Estado, la de más años difundiendo la fe, y la que tiene mejor organización a nivel nacional e internacional.

Pero sin una modernización, esa iglesia verá disminuido el número de seguidores, y muy especial de los seminaristas, que constituyen el eje central de su maquinaria para formar a los futuros sacerdotes y líderes. La principal modernización debe ser en sus cuadros burocráticos, y luego adecuar al mundo de hoy el pensar de mucho de sus obispos.

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Hoy hay una sola iglesia católica, pero los curas se debaten entre ser simplemente oficiantes de misa, o abanderados de difundir los problemas sociales. Ahí está el problema. Hay mucha indiferencia por parte de la curia de los grandes males nacionales.

Y si hacemos este señalamiento es porque vemos el diario trabajo del Papa Francisco, donde se escucha su mensaje por el respeto entre todos los seres humanos, que se mejoren las condiciones de vida de los más pobres, que se fortalezca la unidad familiar y que se ablanden los corazones que tienen corazas ante el abandono y la exclusión de millones de seres humanos.

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Luego de la salida del Cardenal López Rodríguez de los cuatros directivas de la Iglesia se comenzó a desmantelar las columnas que le dieron firmeza a su ministerio. Es lógico, hay un nuevo jefe, y otras orientaciones llegan.

Pero para llegar al siglo 21, con un nuevo mensaje y nueva mentalidad, la iglesia tiene que dejar el oropel, los salones con aire acondicionado y retornar a la humildad. Cerrar los ojos y ver a Jesús en sandalias, diciendo su sermón en una montaña sin finos sillones y dividiendo el pan.

El hombre necesita la fuerza espiritual, pero también el mensaje para conservar capacidad física. Algún día hablaré de los otros segmentos religiosos, pero los cristianos evangélicos hoy lo que están es trabajando para ganar su nicho en la sociedad y poder fortalecer la palabra de Jesús.

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La fe puede florecer dentro o fuera de los tempos. Jesús lo enseña en las palabras citadas por los apóstoles: dónde dos hablen en mi nombre allí estaré yo. Jesús tiene que estar presente en cada hospital, en cada escuela, en cada mesa sin pan, donde las injusticias ahogan a la vedad, Allí donde se perdió la última esperanza.

Tenemos que conocer la verdad, porque si no nunca seremos libres. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

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