Un estudio perturbador

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Manuel Volquez

Por Manuel Vólquez

La República Dominicana enfrenta serios desafíos educativos que resultan en pobreza de aprendizaje, según los resultados del Boletín de Competitividad Sectorial (BCS) 2021, publicado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (Mepyd), que revela que el 62.3% de la población de 10 años no saber leer ni entender un texto simple.

El documento expresa que, a pesar de esos resultados, el país ha avanzado al reducirse el porcentaje de niños por debajo del nivel mínimo de competencia lectora, con 18.5%, con respecto al 2013.

Tomando en cuenta que del 2013 al 2021 han transcurrido 9 años, cabe decir que no hay tal avance, pues esa investigación indica que en la pobreza de aprendizaje, el país se ubica cercano al promedio de América Latina y el Caribe, que es un 62.1%. Eso significa que el problema es preocupante, aunque no es exclusivo de nosotros.

En los resultados de Ciencias, Matemáticas y Lectura, los alumnos de 15 años de edad tienen promedio de ocho años de educación, mientras que en América Latina y el Caribe, los escolares alcanzan en promedio 10 años. Según los datos, esto se traduce en que los estudiantes dominicanos presentan un rezago de dos a cuatro años en comparación con los países de la región.

El estudio cita al Banco Mundial (BM) al explicar que la educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de personas y sociedades, además de proveer conocimientos y competencias, la educación enriquece la cultura, el espíritu y los valores.

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Eso es cierto. Sin esos conocimientos, sobre todo si no se lee y entiende bien la lectura, ningún ser humano puede desarrollarse como competidor ni puede aportar nada a la sociedad.

El resultado de la baja escolaridad en la primaria se pasa al mercado laboral, en el que, según el mismo boletín de Competitividad Sectorial 2021, el 48.8% de los trabajadores tiene un nivel educativo por debajo al necesario para el puesto. Es decir, son analfabetas funcionales condenados a realizar labores forzadas.

Estamos hablando de un asunto desgarrador que existe en nuestro país desde hace más de 25 años, de acuerdo con la opinión de la Xiomara Guante, presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP).

¿Qué está pasando? ¿Por qué ese atraso? ¿Qué podemos hacer?

Xiomara Guante plantea que para corregir esa situación se debe revisar la promoción automática de los niños en los primeros grados, los que considera como pilares para el aprendizaje.

Se refiere a que los niños son promovidos en los primeros grados de escolaridad sin tener la preparación académica adecuada. Ella sugiere una revisión profunda, porque esta medida se aplica y nunca se ha revisado a fondo sus resultados.

Señala que el estudiante pasa al grado siguiente de forma automática, en el cual tampoco se dan esas condiciones, entonces cuando llega a cuarto año -con edades de 9 o 10 años- mantienen esas deficiencias que repercuten en todo su recorrido por la escuela, incluyendo cuando ya están en nivel secundario.

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Conozco casos de algunos niños, hijos de familiares y de amigos, que a la edad de 11 años aún no saben leer, sumar, restar, dividir ni multiplicar. Ellos fueron promovidos automáticamente en los primeros grados de la primaria.

Naturalmente, este un asunto en el que los padres tienen mucha responsabilidad porque no se sientan con los hijos a ayudarlos en las tareas escolares, pero en cambio les compran celulares y tabletas para, tal vez, quitárselos de encima o no los estorbe. De ahí que los niños pasan más tiempo con esos dispositivos y la televisión, que con las tareas. Los alumnos adolescentes, salvo algunas excepciones, tampoco tienen hábitos de lecturas, y eso es peor.

Hay padres que trabajan todo el día y otros no trabajan. En ambos casos, son irresponsables porque no dedican tiempo para educar a los niños en los primeros niveles de escolaridad. La situación se agrava cuando son analfabetas y no pueden ayudar en esas tareas educativas.

En mis años de catedrático universitario pude verificar lo que afirma la dirigente gremial Xiomara Guante. Muchos alumnos no sabían leer un texto de manera correcta; se equivocaban con frecuencia en cada párrafo y pronunciaban mal las palabras, muchas veces desconociendo el significado de las mismas.

Los vacíos de esos alumnos se agravaban con las múltiples faltas ortográficas y la horrible caligrafía, factores que se evidenciaban cuando en los exámenes les ponía temas para desarrollar. O sea, se hacen bachilleres con muchas lagunas y así llegan a las carreras universitarias.

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A la institución Acción Empresarial por la Educación (Educa) no le sorprenden los resultados del estudio, puesto que coinciden con las pruebas diagnósticas que aplica el Ministerio de Educación (Minerd), estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), que tiene por objeto evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber.

Educa, catalogó esta realidad como una “una tragedia nacional” y considera que el país no puede seguir en esta línea debido a que los niños acumulan esa imperfección académica por generaciones. Para corregir déficit de lectura en las escuelas del país, esa institución empresarial trabaja en un proyecto, que no reveló, que busca dejar atrás los obstáculos de lectura que padecen miles de menores del sistema educativo nacional, fenómeno que se transporta también a los escolares adolescentes.

Pienso que el tema debe ser declarado como una prioridad en la agenda de nuestras autoridades, y de la sociedad en términos generales, porque no se debe continuar con la mala práctica de promover de curso a los niños de forma automática y graduarles luego como bachilleres incompetentes.