Salud mental: el espejo roto de nuestra sociedad

Salud mental: el espejo roto de nuestra sociedad

Por Maxwell Reyes

Hablar de salud mental en República Dominicana es, todavía, romper silencios incómodos. Es mirar al espejo de un país que normaliza la violencia, el abandono emocional, la automedicación del alma y el grito desesperado de cientos de familias que, cada día, se enfrentan a un sistema sanitario que los ignora. Lo dijo sin rodeos el psiquiatra José Miguel Gómez: la salud mental es el problema más grave y menos atendido que arrastramos como nación.

La entrevista concedida por el doctor en el programa de Pablo Mckinney fue mucho más que una denuncia: fue una radiografía cruda, precisa y alarmante de un sistema que colapsa por omisión.

Tenemos menos de 300 psiquiatras para más de 10 millones de habitantes, y en provincias fronterizas como Pedernales, Montecristi o Elías Piña, conseguir atención especializada es un milagro.

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Pero lo más doloroso no es la falta de profesionales, sino la falta de voluntad. Gómez lo explicó con claridad: abrir una unidad de salud mental no requiere millones, ni tomógrafos, ni resonancias. Requiere decisión.

Requiere entender que una sociedad con salud mental es más segura, más productiva y más humana. Requiere dejar de ver la salud mental como un lujo para élites privadas o como un gasto innecesario, y comenzar a tratarla como una emergencia estructural y transversal.

El Estado ha fallado, sí. Pero no es el único. Las iglesias han callado. Las escuelas siguen educando con currículos que ignoran la emocionalidad del estudiante. Las universidades forman técnicos brillantes, pero olvidan enseñar empatía. Y los medios, con honrosas excepciones, siguen explotando el morbo de las tragedias sin preguntarse qué estamos haciendo como sociedad para prevenirlas.

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¿Dónde están las campañas masivas para hablar de depresión, ansiedad, esquizofrenia, trastornos bipolares o adicciones digitales? ¿Cuándo aceptaremos que los feminicidios, el embarazo adolescente, el suicidio juvenil, el bullying y la deserción escolar tienen un denominador común: la salud mental?

El doctor Gómez también lanzó un dardo justo al corazón de muchas familias: los padres no pueden seguir delegando la crianza emocional a las pantallas. Hoy, muchos niños dominicanos consumen pornografía antes de los 10 años, solos, sin guía, sin contención, sin educación afectiva. La tecnología sin supervisión no es progreso: es abandono disfrazado de modernidad.

Y aquí la palabra clave no es solo “salud”, sino “mental”. Porque esta crisis no se resuelve con parches ni con discursos. Se resuelve entendiendo que la mente también enferma, que la tristeza también incapacita, que la soledad también mata. Y que no basta con construir hospitales si no construimos conciencia.

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Este editorial no busca culpables individuales, sino responsabilidades compartidas. El gobierno debe liderar una verdadera reforma del sistema sanitario que incluya la salud mental como eje prioritario, con presupuesto, con infraestructura, con personal capacitado. Pero también debemos exigirle a cada institución, desde el Ministerio de Educación hasta las juntas de vecinos, que se involucre en esta causa nacional.

Porque no hay futuro posible en un país donde miles de personas caminan heridas por dentro. Porque el bienestar emocional no es un lujo, es un derecho humano. Y porque ya no podemos seguir esperando que otros hablen del tema. Como sociedad, tenemos que mirarnos en el espejo y atrevernos a repararlo.

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