República Dominicana cierra el año con crecimiento económico sólido y se posiciona entre las naciones más estables de la región

Santo Domingo.-Expertos en economía y sociología aseguran que la República Dominicana cerrará el 2024 con un sólido crecimiento del PIB, un clima favorable para las inversiones y un flujo de remesas superior a los US$10,200 millones.

Antonio Ciriaco, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UASD, el sociólogo Cándido Mercedes y el politólogo Daniel Pou coinciden en que la estabilidad económica y el dinamismo financiero ubican al país entre los más confiables de la subregión.

Pese a estas buenas perspectivas, advierten sobre la urgente necesidad de realizar reformas estructurales —en especial la fiscal— para afianzar este panorama y evitar el endeudamiento excesivo.

Crecimiento económico y confianza en la inversión extranjera


La República Dominicana se ha afianzado como uno de los destinos más atractivos en el Caribe y Centroamérica para la inversión extranjera.

Según Antonio Ciriaco, las cifras consolidadas al cierre de este año dejan al país con el mayor crecimiento en América Latina y el Caribe, rondando el 5.1% o 5.2% del PIB. Este repunte, superior al 2.8% registrado en 2023, fortalece la imagen de la nación ante los mercados internacionales y contribuye a la generación de empleos, sobrepasando los cinco millones de personas ocupadas.

Ciriaco sostiene que varios factores han impulsado este panorama. Entre ellos, el Banco Central ha disminuido su tasa de política monetaria, estimulando el consumo y la inversión interna. Además, el flujo de remesas —proveniente principalmente de Estados Unidos y Europa— inyecta más de US$10,200 millones a la economía local. Estas divisas, a su vez, dinamizan sectores como el comercio y los servicios, al fortalecer la capacidad de compra de familias de bajos ingresos.

Sectores clave y reactivación productiva


El sector zonas francas y la minería destacan como ejes fundamentales en la senda de crecimiento. Las zonas francas han mantenido un ritmo estable de exportaciones, mientras que la actividad minera, sobre todo en la extracción de oro, ha retomado su aporte tras un periodo de reestructuraciones internas en la principal empresa del ramo. Gracias a los precios elevados del metal precioso, la industria ha podido consolidar su posición y aumentar las ganancias.

Por otro lado, el turismo, si bien no fue mencionado de forma directa en este panel de expertos, tradicionalmente ha sido un puntal de la economía dominicana. Con la disminución de las restricciones sanitarias a nivel global y la alta demanda de destinos caribeños, se espera que el flujo de visitantes internacionales continúe en aumento, contribuyendo al PIB y a la generación de puestos de trabajo en hoteles, restaurantes, transporte y otros servicios complementarios.

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Remesas, una fuente de estabilidad para las clases populares


Uno de los pilares que sostienen la expansión económica es la recepción de remesas, cuyo monto bordea los US$10,200 millones. Ciriaco explica que este capital va directamente al consumo de las familias, especialmente de aquellos sectores con ingresos más limitados. El efecto cascada de este dinero se ve reflejado en la demanda de bienes y servicios, y es una de las razones por las que el país mantiene un ritmo de crecimiento sostenido.

Las remesas constituyen además un factor de resiliencia para la economía ante eventuales desaceleraciones o caídas en otros sectores. Cuando la inversión extranjera directa o el comercio exportador reducen su desempeño, el país cuenta con el respaldo financiero de miles de dominicanos residentes en el extranjero.

Desafíos fiscales y el peso de la deuda


A pesar de este panorama favorable, el sociólogo Cándido Mercedes y otros especialistas alertan sobre la necesidad de introducir una reforma fiscal que fortalezca los ingresos y evite el crecimiento desproporcionado de la deuda pública. Mercedes lamenta que el Estado deba destinar alrededor de RD$5 de cada RD$100 a intereses, lo que se traduciría en RD$248,885 millones, o RD$270,000 millones si se suman comisiones, solamente en el presente año.

Para el experto, el endeudamiento se ha convertido en una salida fácil para distintas administraciones, que han pospuesto la aplicación de una reforma fiscal integral. Según su análisis, no es viable cubrir el déficit únicamente con mejoras administrativas; es imperativo encarar cambios más profundos que permitan recaudar alrededor de un 4% o 5% adicional del PIB.

Reforma fiscal como prioridad de cara al futuro


Los panelistas coinciden en que, para el próximo gobierno, la reforma fiscal debe estar en primera línea de la agenda pública. Cándido Mercedes enfatiza que la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo y el artículo 241 de la Constitución dominicana exigen la ejecución de cambios estructurales. En su visión, estos ajustes no se limitan al aspecto tributario, sino que deben ir acompañados de una revisión integral que incluya la seguridad social y el Código de Trabajo.

Dado que el 2025 se perfila como un año crucial para llevar a cabo estas reformas, los expertos consideran que el presidente Luis Abinader —y quien lo suceda— deberá asumir la responsabilidad de impulsar cambios que sienten las bases del crecimiento a largo plazo. El país no puede mantenerse dependiendo de préstamos sin que haya un incremento proporcional en sus ingresos ni una modernización de su estructura fiscal.

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Reforma laboral y cesantía: actualización de un marco legal obsoleto


Además de la reforma fiscal, el Código de Trabajo necesita una modernización que responda a las demandas actuales. Mercedes señala que existen al menos 40 figuras nuevas que no están contempladas en la legislación vigente, pero que podrían resultar en beneficios para trabajadores y empleadores. Entre estos cambios, destaca la importancia de revisar la cesantía, proponiendo un límite máximo de dos años de indemnización.

El argumento central es que la actual normativa laboral no se ajusta a la realidad de sectores emergentes ni a los formatos de empleo flexible que han surgido con la transformación digital. A juicio del sociólogo, mantener la cesantía en su forma actual supone una “nostalgia del pasado” que obstaculiza la competitividad y la creación de nuevos puestos de trabajo.

Perspectivas políticas de cara al 2028


El politólogo y experto en seguridad ciudadana, Daniel Pou, advierte a los precandidatos presidenciales del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que las condiciones que llevaron a Luis Abinader al poder no se repetirán. De acuerdo con Pou, el ascenso de Abinader estuvo marcado por una coyuntura excepcional y por una serie de pactos de poder que no necesariamente respaldarán a otros aspirantes en el futuro.

En su análisis, Pou hace hincapié en que los cuatro años de gobierno que aún tiene por delante el presidente Abinader serán determinantes para su legado y para la fortaleza de su partido. Recomienda al mandatario tomar medidas de gran calado, incluso si eso implica afectar a figuras de su entorno, con el fin de cimentar un legado sólido que trascienda más allá de su administración.

El reto de gobernar y aspirar al mismo tiempo


Tanto Mercedes como Pou coinciden en que Abinader debe exigir a los funcionarios con aspiraciones políticas que se enfoquen en el cumplimiento de sus obligaciones gubernamentales. Un gobierno más eficiente y menos distraído por la campaña electoral podría, según Pou, consolidar la imagen de la República Dominicana como un país estable y prometedor para la inversión.

La clave, subraya el politólogo, consiste en no permitir que las luchas internas por posiciones electorales interfieran con la gestión pública. En cambio, Abinader y su equipo tendrían que aprovechar el presente cuatrienio para avanzar en las reformas estructurales, sentar bases institucionales más sólidas y responder a las principales demandas ciudadanas.

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Contexto político-económico en transformación


La sociedad dominicana, asevera Pou, muestra claros signos de hastío frente a los modelos tradicionales de gobernanza. Cada vez más, el electorado exige soluciones concretas a problemas estructurales como la corrupción, la inseguridad y la desigualdad. Este cambio de mentalidad ciudadana —donde la gente participa y cuestiona más— empuja a que los líderes políticos y gubernamentales se vean obligados a modernizar sus enfoques de gestión.

La inercia se convierte en un riesgo para cualquier administración que busque la reelección o el traspaso de poder dentro del mismo partido. Por ende, tanto Ciriaco, Mercedes como Pou reiteran que la reforma fiscal no puede postergarse. Del mismo modo, la reestructuración del Código Laboral y una mejora en la seguridad social se tornan ineludibles para responder a las demandas de la población.

Proyecciones a mediano plazo


La República Dominicana enfrenta al cierre del 2024 un panorama alentador, con un crecimiento económico robusto, un alza en las remesas y la consolidación de sectores clave como las zonas francas y la minería. Este escenario otorga un margen de maniobra importante para avanzar en las grandes tareas pendientes: la reforma fiscal, la reforma laboral y un compromiso serio con la reestructuración de la deuda.

Sin embargo, no todo es optimismo. El peso de los intereses de la deuda pública y la falta de voluntad política para impulsar reformas tributarias amplias amenazan con descarrilar la senda de crecimiento en el mediano plazo. Los expertos advierten que este camino solo será sostenible si el país se enfoca en reforzar sus instituciones, garantizar la transparencia y diseñar políticas sociales que acompañen el desarrollo económico.

En el terreno político, el presidente Luis Abinader y el PRM afrontan el reto de gobernar y, a la vez, planificar para el 2028. A juicio de Daniel Pou, quienes aspiran a suceder a Abinader carecen de la misma “catapulta” política, por lo que deben concentrarse en el buen desempeño gubernamental para mantener la confianza del electorado. El próximo cuatrienio será clave para reforzar el legado de Abinader y sentar las bases que consoliden a la República Dominicana como uno de los países más estables y prósperos de la región.

La clave radica en equilibrar el dinamismo económico con la urgencia de reformas estructurales. De lograrse, República Dominicana podría no solo retener su liderazgo en el Caribe y Centroamérica, sino también avanzar hacia un modelo más inclusivo y resistente a las fluctuaciones globales.

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