Renuncia de Amparo Custodio: Un símbolo del poder político y sus presiones

Maxwell Reyes

Santiago.-La renuncia de Amparo Custodio a la vicealcaldía de La Vega, justo cuando se perfilaba para asumir como alcaldesa, es un episodio que pone en evidencia la complejidad de la política dominicana y, especialmente, las tensiones dentro de las alianzas partidarias. Lo que en principio parecía ser una transición natural de poder se transformó en un recordatorio crudo de cómo las dinámicas internas y las presiones políticas pueden influir en la estabilidad institucional.

Custodio, dirigente del Frente Amplio, había sido compañera de boleta de Kelvin Cruz, exalcalde de La Vega y recién nombrado ministro de Deportes y Recreación. En teoría, le correspondía a ella asumir la alcaldía tras la salida de Cruz, una transición prevista por la ley y entendida como parte del proceso democrático.

Sin embargo, su decisión de renunciar, respaldada por un argumento de principios y de respeto a las instituciones, revela las limitaciones reales de quienes ocupan cargos sin el apoyo pleno de los partidos dominantes.

Presiones Políticas: Una realidad innegable

María Teresa Cabrera, presidenta del Frente Amplio, fue clara al explicar que la renuncia de Custodio no fue fruto de un acuerdo político entre su partido y el Partido Revolucionario Moderno (PRM). Más bien, se debió a las presiones recibidas desde figuras dentro del PRM, que, tras el nombramiento de Cruz como ministro, comenzaron a marcar su territorio.

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“Si quiere ser alcaldesa, tiene que juramentarse en el PRM”, se escuchaba en distintos escenarios, según Cabrera. Este tipo de presiones expone un problema fundamental: la institucionalidad puede ser vulnerable ante los intereses partidarios y la búsqueda de hegemonía política.

El hecho de que Custodio haya decidido no juramentarse bajo estas circunstancias es, como bien lo califica Cabrera, un acto de valentía. Reconocer que su gestión sería limitada por la falta de apoyo del PRM, que controla la mayoría en la sala capitular, muestra una conciencia aguda sobre la realidad del poder en los gobiernos locales.

Custodio pudo haber tomado el cargo, pero sin el respaldo del partido mayoritario, su gestión habría estado condenada a la parálisis, una situación que podría haber perjudicado tanto a la ciudad de La Vega como a su propia reputación política.

¿Una decisión basada en principios o una resignación estratégica?

Custodio afirmó que su renuncia se basó en un conjunto de valores y principios, negándose a despojar al PRM de una alcaldía que, por derecho político, les correspondía. En su comunicado, resaltó que no podía asumir un cargo para el cual no fue electa legítimamente, y que no se prestaría a despojar a los perremeístas ni a los munícipes de La Vega de un cargo que no le pertenecía.

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Esta postura ha sido elogiada por algunos como un acto de integridad, pero también es importante preguntarse si, más allá de los principios, la decisión fue una manera de evitar una confrontación política que podría haber sido desgastante y perjudicial para su carrera.

Custodio evitó un enfrentamiento con el PRM, pero también renunció a una oportunidad de liderazgo que le habría permitido demostrar su capacidad al frente de una alcaldía importante como la de La Vega.

Esta es la encrucijada en la que se encuentran muchos dirigentes en la política dominicana: ¿es mejor luchar por un puesto que corresponde por derecho, aunque ello implique confrontarse con las fuerzas políticas dominantes, o ceder ante la presión para preservar una imagen intacta y quizás esperar una oportunidad más favorable en el futuro?

El papel del PRM: ¿Democracia o control?

El PRM, que hegemoniza la sala capitular de La Vega, jugó un rol crucial en este desenlace. Según Cabrera, la falta de apoyo que Custodio habría recibido de los regidores del PRM fue un factor determinante en su renuncia. Esta situación plantea una pregunta inquietante sobre la naturaleza de la democracia en los municipios dominicanos: ¿puede realmente un dirigente que no cuenta con el apoyo del partido dominante ejercer su cargo de manera efectiva?

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En teoría, la democracia debería garantizar que cualquier funcionario electo o designado pueda cumplir con su labor sin interferencias partidarias. Sin embargo, la realidad, como demuestra el caso de Custodio, es otra.

El control que el PRM ejerce sobre el Ayuntamiento de La Vega es un reflejo del poder que los partidos mayoritarios tienen sobre las instituciones locales. Esto no es exclusivo de La Vega ni del PRM; es una dinámica que se repite en diferentes municipios y partidos en todo el país. La política dominicana, en muchos aspectos, sigue siendo un juego de poder en el que los partidos dominantes imponen sus reglas, y quienes no se alinean corren el riesgo de ser marginados o, como en el caso de Custodio, presionados hasta la renuncia.

La renuncia de Amparo Custodio pone de manifiesto la fragilidad de las instituciones en manos de los partidos políticos dominantes. Aunque su decisión puede verse como un acto de integridad, también es una muestra del poder que los partidos tienen para influir en las decisiones de los funcionarios públicos. Es un recordatorio de que la política en República Dominicana no es solo un juego de leyes y normas, sino de poder e influencias. Mientras estas dinámicas persistan, la institucionalidad seguirá siendo un ideal, más que una realidad concreta.

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