Reiniciar nuestra sociedad desde cero

manuel volquez

Manuel Vólquez

Circula un video en las redes sociales registrando una pelea entre un ciudadano civil y un agente de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett). Intercambiaron varias trompadas, se emburujaron como dos comadres de barrio, hasta que los separaron.

El civil llevó la peor parte de la refriega porque terminó desmayándose y con heridas leves. Ignoro los motivos que dieron origen a ese incidente, supongo que fue por alguna violación de tránsito; pero son cosas que no debieran suceder.

Hemos caído muy bajo en lo que concierne al respeto mutuo. Vivimos en una sociedad que amerita un reseteo de fábrica (un reinicio), como hacemos con los celulares, computadoras y otros dispositivos informáticos cuando están infectados de algún virus.

Muchos civiles no respetan a policías, militares ni a otras autoridades. Pero también surgen medidas abusivas, arbitrarias e irrespetuosas de parte estos últimos hacia el pueblo.

El irrespeto se manifiesta en numerosas circunstancias. Impera la cultura del caos, el desorden, la deshonestidad, la desobediencia y otros factores que son propios del atraso social.

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Tenemos un problema muy crítico al que debemos prestarle atención: los bajos niveles de educación. De ahí vienen todos los males que estamos padeciendo. Una sociedad con precarios niveles de educación está condenada al fracaso.

El tema ha sido objeto de debates en foros y conferencias por parte de expertos en asuntos sociales. Pero todo ha quedado en teorías, mientras el mal comportamiento del ciudadano se esparce como una pandemia.

Ese asunto apocalíptico lo analiza, con mucha propiedad, la profesora y ex ministra de Educación Ligia Amada Melo de Cardona en un artículo publicado en el Listín Diario (30/05/2025) intitulado “Incidencias de la falta de educación ciudadana en el cumplimiento de normas y leyes”, en el que comenta que “la República Dominicana enfrenta múltiples desafíos sociales e institucionales, pero uno de los más persistentes y estructurales es la falta de educación ciudadana”. Cita que en una democracia funcional, el cumplimiento de las leyes no solo depende de la acción coercitiva del Estado, sino del compromiso consciente de los ciudadanos.

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Ella opina que “es imprescindible que los padres contribuyan a la formación de sus hijos desde una temprana edad. Para lograrlo, es necesario establecer normas a cumplir en el hogar de manera sistemática, las cuales deben aumentarse gradualmente, de acuerdo con las diferentes edades, con exigencia al cumplimiento de las mismas”.

Precisa que el cumplimiento sistemático de normas desde temprana edad contribuye a formar ciudadanos que, en su etapa adulta, respetan las normas y leyes con comprensión y promueven una convivencia armónica y respetuosa, lo que a su vez favorece un desarrollo social que beneficia a toda la población.

Coincido con ella cuando afirma que la falta de educación ciudadana conlleva a la inobservancia de las leyes y otras normas de convivencias sociales.

Pienso que es la razón de negarse a obedecer a la autoridad encargada de velar por el cumplimiento de la ley de tránsito, a no pagar impuestos, abusar de la tranquilidad del vecino con sonidos tóxicos, ocupar los espacios públicos con negocios de toda índole y vehículos mal estacionados, invadir las

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zonas residenciales con guaguas anunciadoras, tirar basuras en las calles y avenidas, entre otras inconductas.

Creo que el antídoto adecuado para solucionar ese fenómeno está en trabajar con la generación de relevo, con los niños, educándolos, enseñarles desde pequeño la importancia de respetar las normas y las leyes, a comportarse como gentes, no como animales irracionales.

Se trata de implementar una urgente de reconfiguración de nuestra castrada sociedad, en la que los padres deben enseñándoles a los niños a ser responsables en todo y convertirlos en personas ejemplares.

Como lo explica la profesora Ligia Amada Melo de Cardona, “es imprescindible que los padres contribuyan a la formación de sus hijos desde una temprana edad”.

Luego, corresponderá continuar con esa misión a los maestros de escuelas públicas y colegios privados, al Estado dominicano, con el apoyo de los medios de comunicación.

De no trabajarse con esa generación de relevo, seguiremos presenciando escenas de salvajismo de los ciudadanos adultos, como muchas que difunden las incontrolables y dañinas redes sociales.

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