Osiris De León advierte: “La mayoría de los dominicanos no sabe qué hacer ante un terremoto”

Maxwell Reyes

Santiago.-La amenaza sísmica en la República Dominicana continúa encendiendo las alarmas de expertos y autoridades, pero, según el geólogo y asesor científico Osiris De León, “la mayoría de los dominicanos no sabe qué hacer en los primeros minutos de un temblor”.

Así lo afirmó durante una conversación con el comunicador Pablo McKinney, donde también subrayó la urgente necesidad de ampliar la educación ciudadana y la preparación institucional frente a desastres naturales.

En el encuentro, que tuvo lugar en el programa de McKinney, se abordaron además temas clave como la prevención de tsunamis, la formación de brigadas de evacuación y la importancia de un enfoque especializado en el Ministerio de Medio Ambiente.

El riesgo de terremotos en la Isla

De León recordó que la isla de Santo Domingo (compartida por República Dominicana y Haití) ha sido escenario de dos grandes terremotos catastróficos en los últimos siglos.

El de mayor impacto reciente ocurrió en 2010, afectando gravemente a la vecina Haití y dejando un saldo de más de 300,000 fallecidos. Sin embargo, este fenómeno no se limitó solo a la zona haitiana: la misma falla que atraviesa Puerto Príncipe recorre también áreas de la República Dominicana como Jimaní, Duvergé, Barahona, Azua y el sur de Santo Domingo, lo cual expone al país al mismo nivel de riesgo.

Según De León, el terremoto que asoló Haití en 2010 es ya considerado el segundo más catastrófico de la historia moderna en cuanto a pérdidas humanas, solo superado por un evento sísmico ocurrido en China en 1556.

Esta realidad demanda que las autoridades y la población dominicana tomen medidas de prevención serias, especialmente porque, como puntualiza el experto, la mayoría de la ciudadanía desconoce qué hacer durante los primeros minutos de un sismo.

Falta de simulacros efectivos

Aunque en el país se han realizado simulacros sísmicos, De León enfatiza que la forma en que se llevan a cabo no es la ideal. Muchos participantes asumen la práctica como una simple rutina sin concentrarse en los pasos adecuados para proteger sus vidas. El geólogo explica que, para que un simulacro sea útil, cada persona debe tomarse la actividad con absoluta seriedad:

  1. Enfoque total: Al igual que en una clase de matemáticas, el participante debe prestar atención y “grabar” en su memoria cómo actuar.
  2. Roles definidos: Cada grupo o área de una institución necesita designar un coordinador, un subcoordinador y un asistente que indiquen rutas y pasos de seguridad.
  3. Registro de acciones: Conocer quién evacua con quién, por qué ruta y en qué tiempo ayuda a que el cerebro repita el patrón automáticamente en un terremoto real.
  4. Repetición: Para que la reacción sea instintiva, se aconseja repetir los simulacros periódicamente y variar los escenarios (edificios de varias plantas, espacios reducidos, etc.).
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En este sentido, De León puntualiza que parte de la responsabilidad recae en los ministerios y entes gubernamentales encargados de la protección civil, que deben impulsar campañas de educación masivas y constantes.

La propuesta de educar a través de los medios

Durante la conversación, Pablo McKinney planteó la idea de dedicar parte del presupuesto publicitario del gobierno a campañas de concienciación acerca de cómo reaccionar ante terremotos y otros desastres naturales, como huracanes, tormentas y epidemias (dengue, por ejemplo). De León confirmó que ya desarrolló, en su momento, cápsulas de educación sísmica para el Ministerio de Educación, pero lamentó que no se difundan con la frecuencia necesaria.

La propuesta es reforzar esta difusión de forma sistemática:

  • Campañas mensuales temáticas: Un mes enfocado en temblores, otro en huracanes, otro en dengue.
  • Uso de horarios estelares: Emitir esos mensajes en televisión y radio cuando más personas estén sintonizando.
  • Integrar a las escuelas: Desde la primaria hasta la universidad, para crear en los jóvenes una cultura de prevención real y práctica.

La importancia de esta iniciativa radica en que, al momento de un fuerte temblor, los primeros segundos son determinantes para conservar la vida propia y la de los demás.

Ejemplos de preparación exitosa

A pesar de la falta de un plan nacional más amplio, algunas instituciones públicas y privadas han tomado la iniciativa de capacitar a su personal en materia de evacuación sísmica. De León menciona que ha trabajado de manera directa con bancos nacionales, entre ellos Banreservas y Banco Popular, para establecer brigadas de emergencia en cada piso de sus edificios. Estas brigadas cuentan con coordinadores que han recibido formación, lo cual permite realizar simulacros periódicos y mejorar la capacidad de respuesta.

Este tipo de proyectos muestra que, con voluntad y recursos, la prevención puede implementarse de manera eficaz. Sin embargo, De León subraya que es fundamental que el gobierno asuma un papel de liderazgo y extienda la práctica a todos los sectores laborales y educativos del país.

La importancia de tomar decisiones en materia de Medio Ambiente


Otro tema central abordado en la entrevista fue la forma en que el gobierno designa a las máximas autoridades del Ministerio de Medio Ambiente. Pablo McKinney señaló que es muy poco frecuente que se nombre a un especialista ambiental en el cargo, lo que a menudo deriva en medidas tibias o en la postergación de decisiones que implican un análisis técnico profundo.

De León coincide en que esta tendencia a elegir ministros de Medio Ambiente sin formación específica —ya sea economistas, abogados o historiadores— responde, en parte, al temor de que un verdadero experto en la materia limite o bloquee proyectos de desarrollo que puedan tener un alto costo ambiental. Sin embargo, puntualiza que el conocimiento especializado no significa necesariamente un “no” absoluto a la inversión:

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Reubicación de proyectos: Un experto puede determinar qué áreas son viables y cuáles no.
Compensación y mitigación: Si no se puede evitar el daño, se establecen medidas de compensación medioambiental adecuadas (reforestación, restauración de manglares, entre otras).
Mayor eficiencia: Al entender los riesgos y posibilidades desde el inicio, el trámite de aprobación o desestimación del proyecto es más claro y rápido.

La anécdota de la cementera en los Haitises se citó como un ejemplo de cómo un proyecto puede pasar de ser inviable a reubicarse en una zona idónea, sin un impacto negativo sustancial.

El temor a proyectos mineros: el caso de Romero

El “proyecto Romero” en San Juan de la Maguana se ha convertido en símbolo de la indecisión gubernamental en materia de medio ambiente. De León y McKinney señalaron que ni este gobierno ni los anteriores han definido si van a permitir el estudio de impacto ambiental para la explotación minera en esa zona. La ley exige un estudio técnico para decidir si el proyecto es viable o no, pero mientras no se realice, las autoridades se mantienen en la inacción.

El experto explica que la minería conlleva daños ambientales potenciales, pero también beneficios económicos importantes. Se trata, por tanto, de un equilibrio que solo se puede determinar estudiando el terreno y estableciendo condiciones claras de mitigación y compensación. Sin embargo, el “temor al ruido de la comunidad ambientalista y la población local” se ha traducido en la práctica en parálisis gubernamental.

El aprendizaje a través del dolor: una realidad recurrente

Hacia el final de la entrevista, McKinney y De León lamentaron que el país solo parece reaccionar cuando sufre grandes tragedias. Se mencionaron casos como:

  • Grandes inundaciones: Tras la pérdida de vidas y viviendas, suelen plantearse planes de prevención que luego se desvanecen con el tiempo.
  • Incendios urbanos: Pocos edificios cuentan con salidas de emergencia funcionales y señalizadas.
  • Destrucción de infraestructuras: A menudo, la ciudadanía se queja luego de los daños y costos, pero no exige con fuerza los planes de prevención.

Según De León, el problema es que, incluso “sufriendo”, el país no aprende a fondo, ya que no se hace un esfuerzo sostenido en la formación ciudadana ni en la aplicación rigurosa de las leyes ambientales y de construcción.

Recomendaciones de Osiris De León para la prevención sísmica

  1. Campañas permanentes: Dedicación de un porcentaje fijo de la publicidad gubernamental a informar sobre protocolos de emergencia.
  2. Simulacros mejor estructurados: Fijar metas concretas, roles definidos y ejercicios de evaluación posterior para que cada individuo corrija sus errores.
  3. Cátedras ciudadanas: Aprovechar los espacios académicos (desde primaria a nivel universitario) para insertar asignaturas o módulos permanentes sobre prevención de desastres.
  4. Formación de brigadas internas: Cada institución, pública o privada, debe contar con un equipo entrenado y designado por área o piso, encargado de guiar el proceso de evacuación.
  5. Uso de expertos en ministerios: Nombrar a personas con formación técnica en el Ministerio de Medio Ambiente, facilitando así la toma de decisiones informadas y la asignación adecuada de proyectos de infraestructura y minería.
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Contexto histórico y cultural

La República Dominicana ha sufrido varios terremotos importantes a lo largo de su historia, con la destrucción de ciudades como Azua y la afectación de zonas del Cibao. No obstante, los eventos en la parte haitiana de la isla en 2010 sirvieron para encender (por un breve período) la discusión sobre la vulnerabilidad compartida. Desde entonces, se han implementado leyes y mecanismos de protección civil, pero aún persiste una brecha entre la normativa y la aplicación efectiva.

El país, al ubicarse en un archipiélago caribeño con elevadas posibilidades de sismos, huracanes y tormentas tropicales, requiere un protocolo de actuación firme y sostenible en el tiempo. De acuerdo con De León, no basta con la reacción puntual; la cultura de prevención solo se consigue si se inculca desde la niñez y se refuerza continuamente en la vida adulta.

Las declaraciones de Osiris De León en el programa de Pablo McKinney dibujan un panorama claro: la República Dominicana necesita con urgencia una educación sísmica constante, eficaz y accesible para toda la población. Más allá de la voluntad manifestada en ocasiones por las autoridades, hace falta un plan integral que abarque campañas de difusión masiva, simulacros realistas, integración del tema en el currículo escolar y la preparación de equipos de evacuación en cada sector.

Además, la entrevista dejó en evidencia que el déficit de especialistas al frente del Ministerio de Medio Ambiente incide en la toma de decisiones sobre proyectos de gran escala, desde la minería hasta la construcción de infraestructuras turísticas. En un país en crecimiento, la clave está en encontrar el balance entre desarrollo económico y responsabilidad medioambiental, sin caer en la inacción por miedo a la presión social.

Sin embargo, mientras no se tomen medidas firmes, la ciudadanía dominicana seguirá expuesta a los riesgos de un gran terremoto y al desafío de enfrentar otras amenazas naturales sin la formación suficiente. La invitación final de De León es a no esperar a la próxima catástrofe para aprender la lección, sino a trabajar desde ya en la creación de una sociedad más preparada, consciente y capaz de cuidarse a sí misma y a su entorno.

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