Mi código de la amistad (2 de 2)

negro veras

Por: Ramón Antonio Veras. 

1.- Poco me importa que mi amigo o amiga mantenga, al igual que conmigo, relaciones de hermandad con fulano o mengano; no debo inmiscuirme en sus vínculos con otras personas de su agrado. No me creo con calidad para seleccionarles a mis hermanos afectivos, el sujeto que deben tener como amigo.

2.- La religión y la política no me apartan en lo absoluto de quien es mi amigo, porque creo que es algo muy personal, aunque es mi deseo que se identifique con la ideología que sostengo. Debo buscar los puntos que nos unen, no los que sirven para descomponer las fraternas relaciones.

3.- Las cosas materiales de que dispongo están a disposición de mis íntimos, si las necesitan. Me despojo de lo que tengo sin lamentos para que, de ser necesario, lo tenga a su alcance mi camarada. En mí no hay espacio para el egoísmo, y mucho menos para quienes son mis especiales en la querencia.

4.- Tengo buen ánimo para compartir con los amigos; con ellos trato de ser expresivo, cordial y nunca despreciativo. Me siento obligado a que los que me motivan alegría sientan la calidez de que pueda disponer. La estima me gusta transmitirla sin limitación alguna.

5.- Me preocupo por manejarme con plena delicadeza con el amigo para que disfrute mi amistad; la distinción se la hago notar para que compruebe que se merece exquisitez, que su persona se hace acreedora del mejor y más precioso regalo que con esmero puedo hacer a persona alguna.

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6.- El sentir del deber con mis amigos me manda a decir que estoy comprometido, ante el ataque de que sean objeto, a salir en su defensa; que no me está permitido ser indiferente cuando, gratuitamente, es embestido, agredido o lesionado sin causa justificada. No me cuadra la impasibilidad, estar ataraxia frente al insulto, a la diatriba que proviene, por lo regular, de los fracasados, resentidos y envidiosos de los éxitos de mi amigo o amiga.

7.- Con el amigo o la amiga me siento fusionado, con una vinculación tal que, mientras se mantienen los lazos afectivos, somos dos personas en una. Estoy licuado con los que me llenan el espacio de la amistad; es como si las dos almas lograran aunarse sin posibilidad de desligarse.

8.- Siempre he sido el mismo con los que fueron mis amiguitos de ayer; idéntico con los miembros de aquella familia a la que en mi niñez serví como trabajador doméstico a cambio de un plato de comida y del cariño sincero que recibía. Sin importar el largo tiempo transcurrido, sigo igual con los que, como canillitas y limpiabotas, ayer recorrimos el Centro Histórico de Santiago.

9.- Aunque provengo de los estratos sociales más paupérrimos de la sociedad de Santiago de la mitad de los años del siglo veinte, hoy, por mi dedicación a los estudios y al trabajo honrado, ocupando otra condición social, no he modificado mi forma de proceder ante mis amigos. Por el contrario, mi actitud hacia ellos se ha fortalecido; en nada se ha transformado.   No se me han subido los aires a la cabeza.

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10.- No puedo cambiar ante la persona de mis afectos, especialmente, porque estoy hecho de un material que no se presta a mudar, a volverse por el cambio de vida, por el progreso económico. La alteración, la metamorfosis, no forma parte de mis actuaciones ante quienes gozan de mi cariño entrañable.

11.- El apego a mis amigos y amigas no lo transo con nadie, ni es objeto de compensación. No está en juego el querer a los míos en correspondencia al halago que pueda recibir; jamás pongo en la balanza lo que significa la persona a la que le he dado mi palabra de amigo. En una conversación, que nadie ponga de por medio el mutatis mutandis, para que ceda en mi firme posición en la defensa de mi camarada.

12.- Aquel que bien me conoce sabe que de mi boca solo sale la expresión de la verdad para aquellos que no tengo nada que no puedan saber. Lo que expongo a los míos pueden suscribirlo con su sangre, darle autenticidad con su vida. Las palabras que escuchan pueden tomarlas con el rango de testimonio y luego acreditarlas, hacerlas constar con carácter de legitimidad.

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13.- Lo que a mi amigo le manifiesto fuera de toda broma, puede tomarlo como garantía, expresión sincera de convicción; atestiguación, muestra fehaciente de la verdad. Lo puede hacer constar sin ninguna clase de duda.

14.- Aunque he tenido amigos y amigas a los cuales me entregué sin reserva alguna, y me pagaron con la traición, o haciendo alianza impúdica con mis adversarios gratuitos, no he cambiado en lo absoluto lo que es mi forma de proceder y sentir para las personas de mi especial cariño.

15.- La felonía de que he sido víctima de parte de supuestos amigos y amiga no me ha hecho cambiar un ápice de lo que creo de la amistad, porque he aceptado la traición como proveniente de quienes se mueven en el lodazal de la infamia.

16.- De lo aquí expuesto con relación a mis amigos y amigas, pueden dar fe aquellos que todavía viven y son mis aliados, porque saben que lo escrito por mí en este trabajo ha sido mi trato, proceder, conducta y mi manera de obrar durante toda mi existencia. [i]

Santiago de los Caballeros,

23 de marzo de 2025.Fuentes de citas:


[i] El Caribe, 1 de julio de 2017 y libro de mi autoría: Mi parecer sobre la sociedad dominicana de hoy, páginas 610 hasta 615. Tomo I

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