El gran legado en lo económico del presidente Abinader podría ser llevar a República Dominicana a grado de inversión

Después de las elecciones presidenciales, y como era de esperarse, todo el debate económico se ha centrado en la reforma fiscal.

La mayoría de mis colegas han salido con estudios profundos explicando por qué no debería incrementarse la carga fiscal al sector A, o porque el sector B debería ser considerado para recibir una exoneración fiscal, pero claramente concluyendo que al resto de los sectores (desde el C hasta el Z) deberían tener un incremento de la carga fiscal.

Hasta ahora, la mayoría de los trabajos que he leído centran el análisis en un juego que suma cero, lo que deja de pagar en impuestos un sector, que simplemente se le cobre al otro sector.

Si bien es importante tener una discusión profunda del país que queremos; de cómo realizar una reforma fiscal que produzca las menores distorsiones posibles y que no detenga el crecimiento potencial que ha tenido la economía dominicana en los últimos 60 años; de entender cómo hacer una reforma fiscal menos regresiva, más equitativa y que haga al país más solidario; en Ecoanalítica somos de la opinión que es necesario llevar esta discusión a un terreno donde todos ganan, y ese terreno no es otro que la posibilidad de que República Dominicana ingrese en ese selecto grupo de países que hoy gozan de ese sello distintivo que se denomina: Grado de Inversión.

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Los países que tienen Grado de Inversión son percibidos como de bajo riesgo, tienen acceso a endeudamientos más baratos, y por tener una tasa de descuento menor, sus empresas/activos adquieren más valor.

Es importante destacar que el grado de inversión afecta la valoración de todos los activos de un país, tanto un gran central azucarero o un prestigioso proyecto turístico, como de un pequeño colmado. Adicionalmente, el grado de inversión ayuda a atraer más inversión extranjera directa, y es clave para la creación de trabajos formales y de calidad.

El Grado de Inversión es el ganar-ganar que debería unir tanto a sector público como al sector privado; e incluso tanto a gobierno como a la oposición.

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Actualmente tan solo existen 4 países en toda América Latina que tienen el grado de inversión por las tres principales agencias de rating: Chile, Perú, México y Uruguay. Panamá solía estar en este selecto grupo de países, pero Fitch -a partir de finales de marzo- denominó su crédito como de alto riesgo. Para el 2022, Colombia solía ser grado de inversión y lo perdió.

Anteriormente incluso el Brasil del segundo gobierno de Lula (2008-2012), solía también tener esta distinción. Comento esto, porque es importante no solo hacer las reformas necesarias para ganar el grado de inversión, sino adicionalmente hacerlo con el consenso adecuado de manera de poder permanecer en este selecto grupo de países en el largo plazo.

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En Ecoanalítica escribimos un informe en Octubre del 2022, donde establecíamos que era posible llegar en el 2028 a ser grado de inversión, hoy queremos ratificar que esta gran propuesta es todavía posible.

Para ello, es necesario crear los consensos necesarios en la reforma fiscal, en la reforma del sector eléctrico, mejorar la formalización de la economía llamando a muchos informales como realmente se deberían definir: trabajadores por cuenta propia, y mantener el dinamismo que ha caracterizado a la economía dominicana por los últimos 60 años.

Por Ecoanalítica

Alejandro Grisanti Capriles

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