El deterioro de Senasa y su drenaje silencioso

El deterioro de Senasa y su drenaje silencioso

Por Johnny Arrendel

Cuando arrancó el Sistema de Seguridad Social en República Dominicana, allá por 2003, la Administradora de Riesgos de Salud (ARS) más grande era Salud Segura, heredera del viejo Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS). Esta ARS estatal tenía la mayor cantidad de afiliados, un titán en el panorama de la salud.

Pero las ARS privadas, con una estrategia implacable, comenzaron a morderle los talones. Durante el gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004), una ARS privada, con una labor de captación feroz, logró inscribir un promedio de 20 mil afiliados al mes, todos drenados desde Salud Segura.

Esto no fue un simple trasvase de usuarios: fue una operación quirúrgica, con la complicidad de directivos del IDSS y la miopia del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS) y de la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril).

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Las ARS privadas no se contuvieron. Mientras Salud Segura perdía terreno, estas empresas se opusieron con todo a que los empleados públicos, como manda la Ley de Seguridad Social, fueran afiliados en bloque al Seguro Nacional de Salud (Senasa).

Colocaron agentes en las instituciones públicas de élite, esas donde los salarios son jugosos, para captar afiliados de alto ingreso. Las entidades públicas con sueldos bajos, en cambio, las dejaron para Senasa, con el visto bueno de los jerarcas.

Las ARS privadas se quedaban con la crema y dejaban el suero a la ARS estatal. Todo esto bajo la indiferencia cómplice de Sisalril y el CNSS, que parecían más ocupados en mirar al techo que en hacer cumplir la ley.

El Tribunal Constitucional ha sido concluyente: todos los empleados públicos deben estar en Senasa. Pero las ARS privadas, con una resistencia que roza lo descarado, han ignorado este mandato. Sisalril y el CNSS, otra vez, brillan por su inacción.

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Mientras, Senasa, que fue considerado el mejor seguro de salud, especialmente para enfermedades de alto costo, está en caída libre.

Las quejas llueven: pacientes rebotados, coberturas negadas, autorizaciones que llegan tarde o nunca. Hay historias de personas que mueren esperando un procedimiento, una prueba diagnóstica o un medicamento. La burocracia se ha convertido en muro para muchos.

Este deterioro de Senasa no parece casual. Hay quienes sospechan de un plan orquestado, un descuido deliberado que favorece a las ARS privadas. Cada paciente que huye de Senasa, harto de la ineficiencia, termina en los brazos de una ARS privada. Es como si el sistema estuviera diseñado para que la estatal fracase y las privadas se froten las manos.

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La falta de voluntad de las autoridades para meter en cintura a estas empresas y hacer cumplir la ley solo alimenta las sospechas de que ahí hay un maco.

Lo que comenzó como un sistema para garantizar salud a todos se ha convertido en un campo de batalla donde las ARS privadas juegan con ventaja. Salud Segura fue desangrada, Senasa está en picada, y las autoridades parecen estar de brazos cruzados.

Los dominicanos de menos recursos, pagan el precio de un sistema que, en lugar de protegerlos, los deja a la deriva.

¿Hasta cuándo seguirá este juego donde los únicos que ganan son los que tienen la sarten por el mango ?

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