Donald Trump elogia a la comunidad dominicana en Estados Unidos

Donald Trump promete fortalecer la relación bilateral tras su segundo mandato

Miami.-Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, calificó el pasado fin de semana a la comunidad dominicana como “grandiosa” debido al importante apoyo que recibió durante las recientes elecciones.

En un encuentro realizado en su residencia oficial de Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, Trump aseguró que, una vez asuma su segundo mandato en enero de 2025, se comprometerá a impulsar políticas que beneficien tanto a la República Dominicana como a la diáspora dominicana establecida en territorio estadounidense, reforzando así los lazos diplomáticos, comerciales y culturales entre ambas naciones.


En el evento, al que asistieron personalidades influyentes del mundo de la tecnología, las finanzas y el entretenimiento, el presidente electo no escatimó en elogios hacia la comunidad latina en general, y la dominicana en particular, subrayando su rol clave en su victoria electoral.

Durante la conversación con representantes de distintos sectores, Trump enfatizó la relevancia del voto latino y la necesidad de implementar medidas que fortalezcan el crecimiento económico, la seguridad nacional y la protección de los valores familiares.

Entre las figuras destacadas presentes se encontraba el CEO de Google, Sundar Pichai, así como la nueva procuradora general, Pam Bondi, y varias celebridades y líderes empresariales que se acercaron a Mar-a-Lago para estrechar lazos con la nueva administración.

El ambiente en la exclusiva residencia de Palm Beach fue propicio para el intercambio de ideas, contactos y propuestas orientadas a garantizar una relación más sólida entre Estados Unidos y las comunidades inmigrantes que contribuyeron significativamente a la contienda electoral.

La comunidad dominicana en Estados Unidos, concentrada mayormente en ciudades como Nueva York, Boston y Miami, ha desempeñado un papel cada vez más visible en el panorama político del país. Su creciente nivel de organización, presencia económica y activismo electoral resultan vitales para comprender el interés de líderes políticos estadounidenses en estrechar lazos con esta diáspora.

Trump, consciente de ello, reconoció que su victoria no solo se debió al voto de estadounidenses de larga data, sino también al respaldo de quienes valoran su promesa de “recuperar la grandeza” de la nación, tal como el mismo candidato reiteró en numerosas ocasiones durante la campaña.


La relación entre Estados Unidos y la República Dominicana se ha caracterizado históricamente por lazos económicos, comerciales y culturales. Miles de dominicanos viajan cada año a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades laborales, educativas y de emprendimiento.

Asimismo, las remesas enviadas por la diáspora dominicana representan un pilar fundamental para la economía dominicana, por lo que cualquier promesa de mayor estabilidad migratoria, mejores condiciones laborales y oportunidades de inversión extranjera directa se convierte en una buena noticia para los hogares que dependen de esos ingresos.

Durante su primer mandato (2017-2021), Donald Trump mostró interés en proyectos turísticos y de infraestructura en la región del Caribe. En el caso particular de la República Dominicana, el exmandatario había manifestado su aprecio por la calidez del pueblo dominicano, destacando su papel en el sector turístico a través de inversiones en el Este del país. Aunque muchas de esas relaciones se caracterizaron más por el ámbito privado que por políticas públicas directas, el gesto ya marcaba un precedente.

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La relevancia de esta reciente declaración de Trump—al calificar a los dominicanos de “grandiosos”—cobra mayor sentido si se analiza el contexto electoral estadounidense. La comunidad latina, compuesta por mexicanos, puertorriqueños, cubanos, centroamericanos y caribeños, entre otros grupos, se ha convertido en un bloque decisivo para definir el rumbo de muchas elecciones, tanto a nivel presidencial como legislativo. Dentro de esta diversidad, los dominicanos se destacan por su creciente participación en la vida política local y nacional, y su presencia activa en el debate público.

Las elecciones recientes, en las que Trump resultó electo para un segundo mandato que comenzará en enero de 2025, significaron para el Partido Republicano la consolidación de un discurso centrado en la recuperación económica tras la crisis provocada por la pandemia, el control de las fronteras, la lucha contra el narcotráfico y la preservación de ciertos valores conservadores.

Para lograr esta victoria, el acercamiento del partido hacia el electorado latino fue clave, intentando conquistar a comunidades que, en el pasado, se consideraban más afines al Partido Demócrata.

La postura de Trump hacia América Latina durante su primer mandato fue, en muchos casos, polémica. Sin embargo, la promesa de un segundo periodo brinda la oportunidad de un replanteamiento estratégico en la relación con el hemisferio, y esto incluye a la República Dominicana como uno de los países aliados en materia de comercio, turismo, inversión y cooperación regional.

La República Dominicana, por su parte, podría verse beneficiada si el gobierno estadounidense entrante pone en marcha iniciativas que faciliten el comercio bilateral, fortalezcan la seguridad regional y ofrezcan mayores oportunidades de intercambio cultural y educativo. Por ejemplo, acuerdos que impulsen el comercio de productos agrícolas dominicanos hacia mercados estadounidenses, o la promoción de intercambios académicos y culturales podrían reforzar las relaciones entre ambos países.

Para la comunidad dominicana radicada en Estados Unidos, estas promesas se traducen en posibles mejoras en sus condiciones de vida.

Si la nueva administración impulsa iniciativas migratorias más flexibles para trabajadores esenciales, facilita el acceso a becas para estudiantes sobresalientes de origen dominicano o incentiva a empresas estadounidenses a invertir en proyectos comunitarios, es posible que esta diáspora consolide aún más su presencia y prosperidad en el territorio norteamericano.

La cercanía con el mandatario en eventos como el de Mar-a-Lago también permite a líderes dominicanos en Estados Unidos hacer llegar propuestas concretas a la Casa Blanca.

Políticas que beneficien a pequeños y medianos empresarios dominicanos radicados en ciudades estadounidenses o programas de capacitación laboral que apoyen a los recién llegados podrían ser parte del paquete de medidas que la administración Trump adopte para mantener el respaldo de esta comunidad.

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El reconocimiento público del papel de los dominicanos en su victoria no solo es un gesto simbólico, sino que se convierte en un compromiso tácito. De no cumplirse las expectativas, esto podría traducirse en un distanciamiento futuro de la comunidad.

Sin embargo, por el momento, el ambiente es de optimismo entre quienes participaron en el encuentro de Mar-a-Lago. Se percibe un momento propicio para establecer canales de comunicación más fluidos y efectivos entre el liderazgo político de Washington y las comunidades latinas, aprovechando el impulso que da la reciente contienda electoral.

La presencia del CEO de Google, Sundar Pichai, y de otras figuras influyentes en el evento, sugiere que la nueva administración busca rodearse de actores claves en la economía global y la innovación tecnológica, un ámbito en el que los dominicanos que residen en Estados Unidos también han logrado abrirse camino.

El fortalecimiento de las relaciones tecnológicas y la creación de puentes con empresas tecnológicas líderes podrían abrir oportunidades de formación, inversión en startups lideradas por dominicanos o el desarrollo de plataformas educativas en línea para empoderar a los jóvenes.

Además, la mención específica de los valores familiares y la seguridad nacional por parte de Trump implica que la agenda del nuevo gobierno podría incluir medidas que refuercen la estabilidad de las familias inmigrantes, reduciendo tensiones y promoviendo una convivencia más armoniosa. El reconocimiento del aporte económico y cultural de la comunidad dominicana, así como la promesa de mantener y profundizar estos lazos, se perfila como un puente para que la administración entrante afiance su relación con las minorías latinas.

Para la República Dominicana, la expectativa se centra en que Estados Unidos reitere su apoyo a iniciativas de desarrollo integral. Podrían surgir nuevos acuerdos comerciales que reduzcan barreras arancelarias, incentivos a la inversión extranjera directa en sectores como el turismo sostenible, la agricultura con valor agregado, el desarrollo de infraestructura y la tecnología verde, ámbitos en los que el Caribe podría jugar un papel más relevante. Asimismo, el intercambio cultural, a través de festivales, ferias gastronómicas y actividades académicas, podría fortalecer la imagen de la República Dominicana en el exterior y consolidar su marca país.

Históricamente, las políticas de Estados Unidos hacia el Caribe han sido variables, dependiendo del clima político y de la visión geoestratégica de cada administración. No obstante, el mensaje lanzado por Trump al llamar “grandiosos” a los dominicanos no solo apunta a un reconocimiento electoral, sino a la intención de mantener una relación constructiva. Si el segundo mandato se caracteriza por un enfoque más colaborativo, la República Dominicana podría encontrar un aliado para consolidar su posición regional y mejorar la vida de su diáspora.

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Además, el papel de la diáspora dominicana como puente cultural y económico no debe subestimarse. Cada año, esta comunidad envía miles de millones de dólares en remesas, financiando la educación, la salud y el emprendimiento de sus familiares en la isla.

Si la nueva administración adopta políticas que faciliten el flujo de remesas y reduzcan costos de transacción, esto impactará positivamente en los sectores más vulnerables de la población dominicana. La estabilización de las políticas migratorias y la ampliación de visados de trabajo o estudio también podrían estimular la movilidad profesional, beneficiando tanto a la comunidad en Estados Unidos como a quienes, desde la isla, aspiren a nuevas oportunidades.

La referencia de Trump a la “recuperación de la grandeza” no solo se limita a su visión de Estados Unidos, sino que podría interpretarse como un llamado a que sus aliados internacionales fortalezcan sus propias capacidades y aprovechen el potencial de una relación bilateral más estrecha. En el caso de la República Dominicana, con su economía abierta y dependiente del turismo, las relaciones con la principal potencia económica del mundo son clave para consolidar la estabilidad y el crecimiento sostenible.

Por último, el hecho de que personalidades como Pam Bondi, exfiscal general de Florida y ahora procuradora general, hayan estado presentes en el evento, abre la puerta a considerar la dimensión legal y de seguridad dentro de esta relación renovada. Una cooperación más estrecha en la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado y la trata de personas podría resultar beneficiosa para ambos lados, garantizando mayor estabilidad regional y condiciones más seguras para los ciudadanos.

En definitiva, el encuentro en Mar-a-Lago, en el que Donald Trump calificó a los dominicanos como “grandiosos”, establece las bases para una relación más cercana entre el próximo gobierno de Estados Unidos y la comunidad dominicana, así como con la República Dominicana en sí misma. Este reconocimiento público, sumado a la promesa de fortalecer lazos diplomáticos, económicos, culturales y educativos, augura un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales. La comunidad dominicana, cada vez más involucrada en la dinámica política y social estadounidense, tiene en sus manos la oportunidad de convertir esta mención en un catalizador de iniciativas concretas que redunden en beneficios mutuos.

A la espera de la asunción oficial de Trump en enero de 2025, el optimismo y la expectación dominan el panorama. Los próximos meses podrían estar marcados por el diseño de una agenda más precisa, en la que se traduzcan las intenciones y promesas en políticas concretas. Si esta dinámica se consolida, la palabra “grandiosos” no solo quedará como un halago circunstancial, sino como el inicio de una etapa de mayor entendimiento, prosperidad compartida y beneficios mutuos entre Estados Unidos, la República Dominicana y su diáspora.

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