Debilidad de los padres, fortaleza de los descendientes

negro veras
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Por: Ramón Antonio Veras.

I.- El cariño filial suaviza la rudeza del ser humano

1.- Por mucha rudeza que enseña una persona en su manera de ser o de reaccionar, en determinados momentos y por algunos motivos, exhibe su blandura, y es entonces cuando se conocen sus debilidades.

2.- Por encima de su dureza en el trato, cada quien en el fondo de su alma tiene algo que le lleva a comportarse con suavidad, y es ahí, entonces, que muestra dulzura y cede ante lo que en su estado normal se muestra rudo.

3.- Allí donde nada penetra, llega el amor filial, que está reservado para la hija o el hijo, parte integral del núcleo familiar.

4.- Ante lo sólido que es el querer del padre y de la madre hacia su prole, la fragilidad encuentra el lugar por donde se filtra la flaqueza del ser humano.

5.- Los progenitores, en sus corazones, tienen espacios especiales donde se alojan los sentimientos más profundos de amor hacia sus descendientes. La propensión natural del hombre o la mujer a la ternura, la descargan mamá y papá en sus hijas e hijos.

6.- El cariño hacia la prole genera tanta delicadeza, que la suavidad llega a convertirse en vigor de la voluntad y decisiones de los descendientes. La falta de resistencia hace posible la ciega complacencia.

II.- Debilidad de los padres para con sus hijos e hijas

7.- En la formación hogareña de los hijos y las hijas, los padres están en el deber, como directores del hogar, de ser sumamente cuidadosos, porque en su afán de proporcionarles alegría a su cría, pueden estar marchitándoles su porvenir.

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8.- Un solo acto de condescendencia para con uno de sus hijos, puede convertirse en la desgracia de toda su existencia, y lo que se hizo para dejarlo satisfecho, a la postre resulta su eterno contratiempo, un tremendo percance.

9.- Poner contenta a una hija o a un hijo, al agradarlo con un deseo material o sentimental, no siempre resulta provechoso para el que ha sido satisfecho en su aspiración porque, a veces, buscando deleitarlo, lo que encuentra es la infelicidad.

10.- Papi y mami, por el bien de su hijo o hija, y la paz de la familia entera, están en la obligación de ser los suficientemente despiertos; de ingenio muy agudo y penetrante porque, la más mínima torpeza al darle gusto a unos de los hijos, lleva a la familia entera a la angustia eterna.

11.- Acceder lo más amable posible a lo que es la voluntad de una hija o un hijo, es un gesto maravilloso del padre o de la madre, pero ese desvivirse por agradar, talvez se convierte en tristeza familiar.

12.- Procede con precipitación, no mide las consecuencias, el papá o la mamá, que sin prevenir responde afirmativamente a cualquier deseo de los hijos o de las hijas. Lo atinado es, ante cada petición, recurrir a la previsión, suponer los pros y los contras, en fin, tomar en consideración y formar juicios probables partiendo de indicios y profundas observaciones.

13.- La entrega de los padres a los deseos de hijos o hijas, puede llegar a convertirse en la infelicidad de la familia completa, porque el consentimiento es una palabra sumamente delicada a la hora de agradar a un descendiente.

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14.- La adhesión en lo que el hijo procura ser complacido, en ocasiones llega a ser un beneplácito dañino durante toda su existencia para su familia original y la que llegue a formar en el mañana.

15.- Muchos padres, talvez por debilidades, no se dan cuenta de que la aquiescencia para halagar al hijo o a la hija, se transforma en aprobación envenenada. La confirmación a una solicitud, no siempre resulta un permiso para el éxito, sino el fracaso del peticionario y la aflicción de quien o quienes acceden.

16.- Cuántas amarguras, penas, disgustos intensos y sinsabores, se hubieran evitado, si los padres de un joven o de una joven, ante el planteamiento de una posible unión matrimonial, aconsejan a su descendiente en el sentido de que no le conviene ese casamiento.

17.- En el ambiente familiar, el papá y la mamá, han de estar en condiciones para decir no a lo que el hijo o la hija pide que les complazcan. Los padres tienen la opción, a discreción, de rehusar o asentir, dependiendo lo que se le solicite y la oportunidad.

III.- Los riesgos en la complacencia de los padres hacia sus descendientes

18.- A no ser que sea algo indispensable para vivir, frente a lo que solicitan los descendientes, los padres deben estar prestos para la oposición o la aseveración.

19.- Es un craso error de los ascendientes, dar respuesta positiva a la voluntad expresada por los hijos o las hijas. Papá y mamá, no deben dar como aceptadas las pretensiones de sus vástagos.

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20.- Papi y mami, actúan correctamente al advertir los riesgos a que se exponen sus hijos e hijas, al ejecutar un acto que, como el matrimonio, vincula a dos personas con diferentes formaciones hogareñas y educativas. Conviene preservar la estabilidad futura de las familias envueltas en una relación conyugal.

21.- De parte de los ascendientes, no es sosegada la decisión que toman, ante el pedimento de los descendientes, sin prever lo que se puede derivar de ella. La presteza para complacer a los hijos no es aconsejable.

22.- Procede que el papá y la mamá, se decidan por pensar detenidamente y con sentido de preocupación, una solicitud de sus vástagos, y no se precipiten por simple gracia a echar a perder su existencia en el mañana, y la de los niños que puedan procrear.

23.- Son muchos los hogares que se han fastidiado, porque los padres no supieron decidir, de manera objetiva, fría y sin pasión, la colaboración económica que les solicitaron sus hijos para poder contraer matrimonio.

24.- Papi y mami demuestran sabiduría, si en lugar de por debilidad decir sí, prueban no dejarse llevar por sentimentalismos y razonar reflexivos con buen juicio, y responden no, poniendo en juego destreza y mucha cautela por el bien de sus hijos y la estabilidad de la familia.

25.- Si la boda de una hija o de un hijo, depende de la holgada situación económica del papá o de la mamá, no es cuestión de tacañería, si él o los ascendientes se niegan a hacer de facilitadores financieros.

Santiago de los Caballeros,

9 de abril de 2022.