25 de noviembre: Eliminación de la violencia contra la mujer

25 de noviembre: Eliminación de la violencia contra la mujer

Por qué el 25 de noviembre es un día clave para las mujeres

Santiago, 25 de noviembre (Noticia.do).-El 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no es solo una fecha en el calendario: es un recordatorio urgente de una realidad que atraviesa fronteras, clases sociales y generaciones. La violencia de género sigue siendo una de las violaciones de derechos humanos más extendidas y normalizadas del mundo, a pesar de décadas de denuncia y activismo.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, casi 1 de cada 3 mujeres a nivel global ha sufrido violencia física y/o sexual a lo largo de su vida, ya sea por parte de su pareja o de otra persona. Detrás de esta cifra hay historias de miedo, silencios forzados, impunidad y también de resistencia y organización colectiva.

El 25 de noviembre fue reconocido oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999, mediante la resolución 54/134, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde entonces, gobiernos, organizaciones y movimientos feministas aprovechan esta jornada para visibilizar el problema, exigir políticas públicas efectivas y honrar la memoria de las víctimas.

Para República Dominicana, esta fecha tiene un significado aún más profundo: está directamente ligada a la historia de las hermanas Mirabal, cuyo asesinato el 25 de noviembre de 1960, bajo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, se convirtió en símbolo mundial de la lucha contra la violencia y la opresión hacia las mujeres.

Origen y contexto histórico del 25 de noviembre

Cómo surgió el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Antes de que las Naciones Unidas lo declararan día oficial, el 25 de noviembre ya era una fecha de lucha dentro del movimiento feminista latinoamericano. Desde 1981, organizaciones de mujeres en la región comenzaron a conmemorar ese día en honor a las hermanas Mirabal y a todas las víctimas de violencia machista.

La idea fue creciendo, articulando redes de activistas, colectivos y organizaciones de derechos humanos que vieron en esta fecha una oportunidad para denunciar feminicidios, violencia sexual, torturas y desapariciones cometidas en dictaduras y conflictos armados, pero también en la vida cotidiana.

La presión del movimiento internacional finalmente llevó a que la ONU reconociera el 25 de noviembre como día oficial en 1999. Desde entonces, la jornada se ha integrado a campañas globales como los 16 días de activismo contra la violencia de género, que van del 25 de noviembre al 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.

El papel de las Naciones Unidas y la institucionalización del 25 de noviembre

Con la resolución 54/134, la Asamblea General invitó a los Estados, organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales a desarrollar actividades cada 25 de noviembre para sensibilizar sobre todas las formas de violencia contra la mujer.

Desde entonces, la ONU ha impulsado campañas como UNiTE para poner fin a la violencia contra las mujeres, promoviendo acciones concretas: reformas legales, programas de prevención, servicios de atención a víctimas y recopilación de datos. Estas iniciativas se apoyan en informes periódicos de organismos como ONU Mujeres y la OMS, que documentan la magnitud del problema a nivel mundial.

Cada año se define un lema específico, acompañado de acciones simbólicas como iluminar de color naranja edificios y espacios públicos, bajo la consigna “Orange the World”, para mantener el tema en la agenda pública y mediática.

El vínculo con la lucha feminista en América Latina y el mundo

América Latina ha sido clave en la construcción política del 25 de noviembre. La fecha se nutre de luchas históricas contra dictaduras, desapariciones forzadas, tortura sexual y represión, pero también de la denuncia de la violencia en el hogar, en la calle, en el trabajo y en las instituciones.

Movimientos como “Ni Una Menos” en Argentina y otras campañas regionales contra los feminicidios han reforzado la idea de que la violencia hacia la mujer no es un problema privado, sino un asunto de derechos humanos y democracia.

Hoy, el 25 de noviembre se vive en todo el mundo con marchas, paros, actos culturales, concentraciones frente a tribunales y campañas en redes sociales que denuncian el machismo y exigen cambios estructurales.

Hermanas Mirabal: raíz dominicana de un día mundial

Quiénes fueron Patria, Minerva y María Teresa Mirabal

Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron tres mujeres dominicanas, oriundas de Ojo de Agua, Salcedo (hoy provincia Hermanas Mirabal), que se convirtieron en símbolo de resistencia frente a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

Conocidas como “Las Mariposas”, participaron en movimientos clandestinos, apoyaron la organización política contra el régimen y pagaron con su vida el costo de enfrentarse a una de las dictaduras más sangrientas del Caribe.

Su compromiso político y su valentía transformaron sus nombres en bandera de la lucha por la libertad, la justicia y, con el tiempo, contra la violencia de género en todo el mundo.

El asesinato del 25 de noviembre de 1960 y la dictadura de Trujillo

El 25 de noviembre de 1960, las hermanas Mirabal fueron brutalmente asesinadas cuando regresaban de visitar a sus esposos encarcelados. El crimen fue presentado como un “accidente”, pero rápidamente se supo que había sido ordenado por el régimen trujillista.

El impacto social y político de sus asesinatos fue enorme: el régimen perdió legitimidad interna e internacional, y el caso se convirtió en un punto de inflexión en la caída de Trujillo, asesinado pocos meses después, en mayo de 1961.

Décadas más tarde, la historia de las Mirabal sería retomada por el movimiento feminista regional y mundial como ejemplo de mujeres víctimas de violencia política y de género al mismo tiempo.

De la memoria histórica al símbolo global contra la violencia hacia la mujer

La decisión de elegir el 25 de noviembre como día de lucha contra la violencia hacia la mujer reconoce explícitamente el legado de las Mirabal, situando a República Dominicana en el corazón de esta efeméride global.

Su memoria se honra hoy no solo con actos oficiales, sino también con el trabajo cotidiano de organizaciones comunitarias, casas de acogida y centros de atención a víctimas que luchan por que ninguna mujer viva lo que ellas vivieron.

En la provincia Hermanas Mirabal, museos, murales, centros culturales y marchas recuerdan cada año que el 25 de noviembre es un compromiso vivo con la democracia, la igualdad y la erradicación de todas las formas de violencia.

Qué es la violencia contra la mujer y cómo se define

Definición de violencia contra la mujer según Naciones Unidas

La ONU define la violencia contra la mujer como todo acto de violencia basado en el género que tenga como resultado, posible o real, daño físico, sexual o psicológico para la mujer, incluidas las amenazas, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como privada.

Esta definición abarca desde la violencia ejercida por parejas, familiares y desconocidos, hasta la ejercida por agentes del Estado, grupos armados o instituciones.

Reconocer esta definición es clave para entender que no se trata solo de “problemas de pareja”, sino de una violación directa de los derechos humanos.

Diferencia entre violencia de género, violencia doméstica e intrafamiliar

En el lenguaje cotidiano suelen mezclarse conceptos:

  • Violencia de género: toda violencia dirigida contra una mujer por el hecho de ser mujer o que la afecta de manera desproporcionada.
  • Violencia doméstica: violencia que ocurre en el hogar, sin importar contra quién se ejerza.
  • Violencia intrafamiliar: violencia entre miembros de una misma familia, dentro o fuera del hogar.

En República Dominicana, la Ley 24-97 se enfoca en la violencia intrafamiliar y la violencia contra la mujer, incorporando estas figuras al Código Penal y al Código de Procedimiento Criminal.

Derechos humanos y derecho de las mujeres a vivir libres de violencia

La violencia contra la mujer es una violación a los derechos humanos fundamentales: derecho a la vida, a la integridad física y psicológica, a la salud, a la libertad y a la igualdad ante la ley.

Tratados internacionales como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención de Belém do Pará obligan a los Estados a prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género.

Vivir libre de violencia no es un privilegio: es un derecho que los Estados tienen la responsabilidad de garantizar con leyes, políticas públicas y presupuestos suficientes.

Tipos de violencia contra la mujer

Violencia física contra la mujer

Incluye golpes, empujones, patadas, quemaduras, estrangulamiento, lesiones con armas blancas o de fuego y cualquier otra forma de agresión al cuerpo de la víctima.

La violencia física suele ser la punta del iceberg: muchas veces llega después de un proceso previo de control, humillación y aislamiento.

En los casos más extremos, la violencia física termina en feminicidios, es decir, en el asesinato de mujeres por motivos de género.

Violencia psicológica y emocional

La violencia psicológica se manifiesta a través de insultos, humillaciones, amenazas, chantajes, celos extremos, vigilancia constante y manipulación emocional.

Sus efectos pueden ser devastadores: baja autoestima, ansiedad, depresión, trastornos del sueño, dificultad para tomar decisiones y dependencia emocional del agresor.

Aunque no deja marcas visibles, la violencia psicológica es una de las más frecuentes y una puerta de entrada a otras formas de violencia.

Violencia sexual y abusos

La violencia sexual contra la mujer incluye la violación, el abuso sexual, el acoso sexual, la explotación sexual y cualquier acto de naturaleza sexual sin consentimiento libre e informado.

Puede ocurrir dentro de la pareja, en la familia, en el ámbito laboral, en la escuela, en espacios públicos o en contextos de conflicto armado.

Las consecuencias incluyen embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual, traumas emocionales profundos y estigmatización social.

Violencia económica y patrimonial

Ocurre cuando el agresor controla o limita el acceso de la mujer a recursos económicos, le prohíbe trabajar o estudiar, le retiene documentos, bienes o dinero, o le obliga a entregar su salario.

Esta forma de violencia refuerza la dependencia y dificulta que la víctima pueda salir del círculo de maltrato.

En contextos de pobreza, la violencia económica se combina con otras desigualdades estructurales, como la falta de acceso a empleo formal y a servicios financieros.

Violencia simbólica y mediática

La violencia simbólica se expresa en mensajes, chistes, imágenes, canciones y contenidos mediáticos que refuerzan estereotipos machistas y normalizan la subordinación de las mujeres.

La publicidad sexista, la culpabilización de las víctimas en la prensa y la difusión de contenidos misóginos en redes sociales son ejemplos claros de este tipo de violencia.

Aunque parezca “inofensiva”, la violencia simbólica crea el clima cultural que permite y justifica otras violencias más directas.

Violencia institucional y revictimización

Aparece cuando las instituciones que deberían proteger a las mujeres —policía, justicia, salud, educación— minimizan su denuncia, las culpan, las desaniman o las exponen a más riesgos.

Negarse a recibir una denuncia, cuestionar la credibilidad de la víctima o filtrar información a los agresores son formas graves de violencia institucional.

Combatirla requiere formación con enfoque de género, protocolos claros y sanciones para quienes obstaculizan el acceso a la justicia.

Causas y factores que sostienen la violencia de género

Cultura machista, estereotipos y roles tradicionales de género

La violencia contra la mujer no es un accidente: se sostiene en una cultura machista que asigna a los hombres el poder y el control, y a las mujeres la obediencia y el sacrificio.

Frases como “los hombres mandan en la casa” o “los celos son prueba de amor” perpetúan relaciones desiguales y justifican comportamientos de control y dominación.

Desmontar estos estereotipos desde la infancia es clave para prevenir la violencia en el largo plazo.

Desigualdad económica y dependencia financiera de las mujeres

Cuando las mujeres dependen económicamente de su agresor, les resulta mucho más difícil romper la relación violenta, sobre todo si tienen hijas e hijos a su cargo.

Las brechas salariales, la informalidad laboral y la sobrecarga de tareas de cuidado sin remuneración limitan su autonomía.

Por eso, las políticas de empleo digno, acceso al crédito y servicios de cuidado son también políticas contra la violencia de género.

Impunidad, silencio social y normalización de la violencia

Muchas mujeres no denuncian porque temen represalias, no confían en las instituciones o creen que “no les van a hacer caso”. La impunidad y las respuestas deficientes refuerzan ese miedo.

Cuando el entorno relativiza los hechos (“eso pasa en todas las parejas”, “aguanta por los hijos”) se envía el mensaje de que la violencia es tolerable.

Romper el silencio implica que familias, comunidades, iglesias, escuelas y medios asuman una postura clara de rechazo a cualquier forma de maltrato.

Interseccionalidad: pobreza, raza, edad, migración y otras vulnerabilidades

No todas las mujeres viven la violencia de la misma manera. Factores como la pobreza, la edad, la pertenencia étnica, la discapacidad o la situación migratoria pueden agravar la vulneración de derechos.

Mujeres migrantes, rurales, adolescentes o adultas mayores enfrentan barreras adicionales para acceder a justicia y servicios de protección.

Las políticas públicas deben reconocer estas diferencias para diseñar respuestas realmente inclusivas.

Consecuencias de la violencia contra la mujer

Impacto físico, psicológico y emocional en las víctimas

Las consecuencias físicas van desde lesiones leves hasta discapacidades permanentes, enfermedades crónicas o la muerte. Pero el daño emocional puede ser igual o más profundo.

Muchas sobrevivientes sufren depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, intentos de suicidio y dificultades para confiar nuevamente en otras personas.

Sin atención integral en salud física y mental, las secuelas pueden acompañarlas durante toda la vida.

Efectos de la violencia en hijas e hijos: violencia vicaria

Las niñas y niños que crecen en hogares violentos no solo son testigos: también son víctimas. Pueden desarrollar problemas de conducta, dificultades en la escuela, ansiedad, miedo o normalizar la violencia como forma de resolver conflictos.

La llamada violencia vicaria ocurre cuando el agresor daña a hijas e hijos para hacer sufrir a la madre. Es una de las formas más crueles de violencia de género.

Proteger a la infancia es imprescindible para romper el ciclo intergeneracional de la violencia.

Costos sociales y económicos para la sociedad y el Estado

La violencia contra la mujer tiene costos enormes para los sistemas de salud, justicia, educación y protección social, además de pérdidas en productividad laboral.

Estudios internacionales muestran que estos costos pueden representar varios puntos del PIB de un país, si se suman gastos médicos, judiciales, pérdida de ingresos y apoyo social.

Invertir en prevención y atención temprana no solo salva vidas: también es económicamente más eficiente que enfrentar las consecuencias a largo plazo.

Marco legal y políticas públicas contra la violencia hacia la mujer

Instrumentos internacionales: ONU Mujeres y la Convención de Belém do Pará

La región de América Latina cuenta con un instrumento clave: la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará), que reconoce el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y obliga a los Estados a actuar en consecuencia.

Organismos como ONU Mujeres apoyan a los países en la implementación de leyes, planes nacionales y sistemas de datos que permitan monitorear avances y desafíos.

Estos marcos internacionales son herramientas que la sociedad civil puede invocar para exigir responsabilidades a los gobiernos.

Leyes modelo y estándares regionales en América Latina

En las últimas décadas, varios países latinoamericanos han aprobado leyes integrales contra la violencia de género, que contemplan medidas de prevención, protección, sanción y reparación.

Muchas de estas leyes han incorporado figuras como el feminicidio, órdenes de alejamiento, tribunales especializados y casas refugio.

Aun así, la brecha entre “lo que dice la ley” y “lo que pasa en la realidad” sigue siendo uno de los principales retos.

Retos en la aplicación de las leyes y acceso a la justicia

Entre los principales desafíos están la falta de presupuesto, la escasa formación con enfoque de género en el sistema de justicia, la revictimización y la lentitud en los procesos.

Muchas mujeres se retiran del proceso judicial por miedo, cansancio o porque dependen económicamente del agresor.

Fortalecer la atención temprana, la protección inmediata y el acompañamiento psicosocial y legal es fundamental para que las leyes cumplan su propósito.

Cómo identificar señales de violencia de género en la pareja

Alertas tempranas: control, celos, vigilancia y aislamiento

La violencia de género rara vez empieza con un golpe. Suelen aparecer primero conductas de control: revisar el teléfono, decidir con quién se puede hablar, criticar amistades, prohibir salidas o cuestionar constantemente la forma de vestir.

Los celos presentados como “prueba de amor” son una señal de alerta, no de cariño.

Si una relación implica miedo, culpa constante o sensación de estar “pisando huevos”, es momento de pedir ayuda.

De la violencia psicológica a la física: etapas de la escalada

En muchas relaciones violentas se observa un patrón cíclico: acumulación de tensión, episodio de violencia, período de calma o “luna de miel” con promesas de cambio, y luego nueva tensión.

Con el tiempo, los episodios suelen volverse más frecuentes e intensos, y el agresor utiliza también la amenaza hacia hijas e hijos o familiares.

Romper el ciclo cuanto antes puede evitar daños mayores e incluso salvar vidas.

La trampa del “amor romántico” que encubre maltrato

La idea de que el amor todo lo soporta, que los celos son normales y que “sin ti no soy nada” alimenta relaciones de dependencia y control.

El amor no debería doler, ni dar miedo, ni exigir renunciar a la propia identidad o autonomía.

Cuestionar estos mitos en la educación, las novelas, la música y los medios es parte de la prevención de la violencia.

Qué hacer ante una situación de violencia contra la mujer

Primeros pasos: pedir ayuda, quebrar el silencio y buscar apoyo

El primer paso es reconocer que lo que está ocurriendo es violencia, no un “problema de carácter” ni algo que la víctima haya provocado.

Hablar con una persona de confianza, acudir a una organización especializada o llamar a una línea de ayuda puede marcar la diferencia.

No es necesario tener todas las respuestas antes de pedir ayuda: basta con decir “no estoy bien, necesito apoyo”.

Cómo acompañar a una mujer víctima de violencia sin revictimizarla

Si una amiga, vecina o familiar te cuenta que sufre violencia, lo más importante es creerle y no juzgarla.

Evita frases como “¿y por qué no lo dejas?” o “algo habrás hecho”. En su lugar, escucha, valida sus emociones y ofrece apoyo concreto: acompañarla a denunciar, cuidar a sus hijos, ayudarla a buscar información.

La decisión de salir de la relación es de la víctima, pero el entorno puede facilitar o dificultar ese proceso.

Elaborar un plan de seguridad y rutas de salida

Un plan de seguridad puede incluir tener copias de documentos importantes, un pequeño fondo de emergencia, una bolsa con ropa y medicinas, y un lugar seguro al que acudir en caso de peligro.

También es útil acordar una palabra clave con personas de confianza para pedir ayuda sin levantar sospechas.

En situaciones de riesgo inmediato, la prioridad es salir del lugar de peligro y contactar a las autoridades o líneas de emergencia.

Cómo denunciar violencia contra la mujer

Cuándo y por qué denunciar: protección, justicia y prevención

La denuncia es una herramienta para acceder a medidas de protección, iniciar un proceso penal contra el agresor y dejar un registro que puede ser clave en futuros procedimientos.

No existe un “nivel mínimo” de violencia para denunciar: amenazas, golpes, agresiones sexuales y violencia económica son motivos suficientes.

En contextos como República Dominicana, la denuncia también contribuye a visibilizar la magnitud del problema y presionar por mejores respuestas institucionales.

Documentación y evidencias que pueden ayudar en la denuncia

Es recomendable guardar:

  • Mensajes de texto, audios o correos con amenazas.
  • Fotografías de lesiones o daños a la propiedad.
  • Informes médicos, recetas o diagnósticos.
  • Testimonios de vecinas, familiares u otras personas que hayan presenciado hechos.

No tener todas estas pruebas no invalida la denuncia, pero pueden fortalecer el caso.

Derechos de las víctimas durante el proceso de denuncia y judicial

Las mujeres tienen derecho a ser atendidas con respeto y confidencialidad, a recibir información clara sobre sus opciones, a medidas de protección y a asistencia legal.

También tienen derecho a no ser revictimizadas, es decir, a no ser culpabilizadas ni sometidas a interrogatorios innecesarios o humillantes.

Conocer estos derechos permite exigir un trato digno y denunciar la violencia institucional cuando sea necesario.

Prevención: educación y cambio cultural

Educación en igualdad y prevención de la violencia desde la escuela

Las escuelas son espacios clave para enseñar a niñas, niños y adolescentes sobre igualdad, respeto, resolución pacífica de conflictos y derechos humanos.

Incorporar la perspectiva de género en los contenidos, revisar libros de texto y capacitar al personal docente son pasos fundamentales.

Programas de educación emocional y sexual integral ayudan a identificar situaciones de riesgo y a construir relaciones más sanas.

Trabajo con hombres y masculinidades no violentas

No es posible erradicar la violencia de género sin cuestionar los modelos tradicionales de masculinidad que asocian ser hombre con dominar, controlar y no mostrar emociones.

Espacios de reflexión con hombres y jóvenes, campañas sobre paternidad responsable y programas de reeducación para agresores son herramientas importantes.

El mensaje central es claro: la violencia no es inherente a los hombres; es un aprendizaje que puede desaprenderse.

Acciones comunitarias, iglesias y organizaciones sociales

Las comunidades pueden organizar charlas, círculos de mujeres, campañas barriales y redes de apoyo para víctimas.

Iglesias y organizaciones de fe también juegan un papel crucial cuando envían mensajes claros de cero tolerancia a la violencia y ofrecen acompañamiento sin juzgar.

Cuanta más gente se involucra, más difícil es que la violencia quede oculta.

Medios de comunicación y redes sociales frente a la violencia contra la mujer

Cobertura periodística responsable de feminicidios y casos de violencia

Los medios tienen la responsabilidad de informar sin sensacionalismo, evitando detalles morbosos y respetando la dignidad de las víctimas y sus familias.

Es clave no justificar al agresor (“era buen vecino”, “perdió la cabeza”) ni culpar a la víctima por su ropa, su vida privada o sus decisiones.

Dar espacio a voces expertas, organizaciones de mujeres y estadísticas confiables ayuda a comprender la violencia como problema estructural.

Lenguaje no sexista e imágenes que no revictimicen

El lenguaje importa: hablar de “crímenes pasionales” invisibiliza la violencia de género y la transforma en un asunto romántico.

Usar términos como feminicidio, violencia machista o violencia de género ayuda a nombrar correctamente el problema.

Las imágenes también deben ser cuidadas: evitar fotos que expongan el cuerpo de las víctimas o refuercen estereotipos es parte de una comunicación ética.

Campañas digitales, hashtags y activismo en línea el 25 de noviembre

Cada 25 de noviembre, redes sociales se llenan de hashtags, ilustraciones, videos y testimonios que denuncian la violencia y promueven acciones de apoyo.

Si bien el activismo digital no reemplaza el trabajo territorial, sí amplifica voces, presiona a autoridades y conecta experiencias de distintos países.

Compartir información verificada, números de ayuda y recursos útiles puede marcar una diferencia real en la vida de una víctima.

25 de noviembre y violencia contra la mujer en República Dominicana

Situación actual: cifras de violencia de género y feminicidios en RD

República Dominicana figura de manera constante entre los países de la región con altas tasas de homicidios de mujeres en contextos de violencia. Informes oficiales han motivado la elaboración de estudios específicos sobre muertes de mujeres en condiciones de violencia.

La Oficina Nacional de Estadística (ONE) publicó en 2025 el Compendio de Estadísticas de Mujeres Fallecidas en Condiciones de Violencia 2020-2024, que consolida información sobre características de las víctimas, vínculo con el agresor y contexto del hecho, evidenciando la gravedad y persistencia del problema.

Estos datos son fundamentales para diseñar políticas públicas más precisas, pero también muestran que la respuesta estatal debe seguir fortaleciéndose.

La Ley 24-97 y otros marcos legales dominicanos contra la violencia

La Ley 24-97 contra la violencia intrafamiliar, vigente desde 1997, modificó el Código Penal y otras normas para reconocer y sancionar la violencia contra las mujeres, la violencia intrafamiliar y la agresión sexual.

Esta ley fue pionera en la región y abrió el camino para la creación de fiscalías especializadas, unidades de atención a víctimas y campañas de sensibilización.

No obstante, organizaciones de mujeres señalan la necesidad de contar con una ley integral de violencia basada en género y de mejorar la implementación de los mecanismos ya existentes.

Instituciones, refugios y líneas de ayuda para mujeres en RD

En el país operan diversas instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil que brindan orientación legal, apoyo psicológico y refugio temporal a mujeres en situación de violencia.

Es clave que la población conozca la existencia de líneas telefónicas de ayuda, unidades de atención en hospitales, fiscalías especializadas y casas de acogida distribuidas en diferentes provincias.

El 25 de noviembre suele ser un momento en que estas entidades refuerzan su difusión y articulan campañas conjuntas.

Marchas, actos conmemorativos y actividades del 25 de noviembre en RD

Cada año, organizaciones feministas, colectivos juveniles, universidades y entidades públicas convocan a marchas y concentraciones en distintas ciudades del país.

En estas actividades se leen nombres de mujeres asesinadas, se presentan obras de teatro, música, murales y performances que denuncian la violencia y reclaman justicia.

La presencia de familiares de víctimas, sobrevivientes y activistas convierte el 25 de noviembre en un día de memoria y también de exigencia de cambios concretos.

La memoria de las hermanas Mirabal en la identidad dominicana

La provincia Hermanas Mirabal, el museo en su antiguo hogar, monumentos y centros educativos que llevan su nombre son expresión del lugar que ocupan en la identidad dominicana.

Recordar a las “Mariposas” no es solo un gesto histórico: es un compromiso a seguir luchando por un país donde ninguna mujer sea asesinada por levantar la voz.

En este sentido, el vínculo entre la historia de las Mirabal y el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer refuerza el rol de República Dominicana en la lucha global por una vida libre de violencia.

Análisis Experto: datos clave y desafíos para erradicar la violencia

Cifras globales de violencia contra la mujer según organismos internacionales

La OMS estima que alrededor del 30 % de las mujeres en el mundo han experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja o violencia sexual por terceros a lo largo de su vida.

Estas cifras se han mantenido altas durante años, lo que indica que los esfuerzos de prevención aún no logran el impacto necesario.

En muchos países, la falta de datos actualizados y comparables dificulta dimensionar el problema y evaluar la efectividad de las políticas públicas.

Tendencias recientes en América Latina y el Caribe

La región presenta altos niveles de feminicidios, violencia sexual y violencia en la pareja, lo que ha llevado a organismos regionales a desarrollar observatorios y sistemas de información específicos.

Aunque algunos países han registrado avances normativos importantes, la implementación sigue siendo desigual y muchas mujeres continúan sin acceso a servicios de calidad.

El aumento del activismo feminista y de la atención mediática ha visibilizado el tema, pero también ha generado reacciones de grupos que niegan la existencia de la violencia de género o relativizan su gravedad.

Principales desafíos para reducir los feminicidios

Entre los desafíos clave están:

  • Mejorar la detección temprana de casos de alto riesgo.
  • Garantizar medidas de protección efectivas y rápidas.
  • Fortalecer la coordinación entre policía, justicia, salud y servicios sociales.
  • Asegurar recursos suficientes para refugios y programas de apoyo.

Sin una respuesta integral, los feminicidios seguirán siendo la expresión más extrema de una violencia que se pudo haber prevenido.

Buenas prácticas y políticas exitosas en otros países

Algunos países han implementado protocolos de riesgo, pulseras electrónicas para agresores, juzgados especializados y equipos interdisciplinarios que han mostrado resultados positivos en la reducción de casos graves.

También se han desarrollado campañas de largo plazo dirigidas a hombres, programas en escuelas y acciones comunitarias que muestran cambios en actitudes y comportamientos.

Adaptar estas buenas prácticas al contexto dominicano y regional puede acelerar los avances en la protección de las mujeres.

Cómo involucrarte el 25 de noviembre y el resto del año

Acciones individuales para apoyar la eliminación de la violencia contra la mujer

Cada persona puede aportar:

  • Escuchando y apoyando a mujeres que atraviesan situaciones de violencia.
  • Cuestionando chistes, comentarios y actitudes machistas en su entorno.
  • Informándose sobre sus derechos y difundiendo recursos útiles.

El cambio cultural empieza en la familia, el barrio, el trabajo y los espacios cotidianos.

Participación en campañas, marchas y espacios de formación

El 25 de noviembre es una oportunidad para sumarse a marchas, conversatorios, talleres y actividades organizadas por colectivos feministas, universidades, escuelas e instituciones públicas.

Participar en estos espacios no solo fortalece la lucha colectiva, sino que también permite aprender, compartir experiencias y tejer redes de apoyo.

La formación continua en temas de género, derechos humanos y prevención de la violencia es una herramienta poderosa para transformar realidades.

Uso responsable de redes sociales para informar y apoyar sin revictimizar

En redes sociales, es importante compartir información verificada, evitar difundir imágenes o detalles que vulneren la dignidad de las víctimas y respetar la confidencialidad de casos sensibles.

En lugar de reproducir discursos de odio o culpabilización, podemos amplificar las voces de sobrevivientes, organizaciones y campañas que ofrecen ayuda concreta.

El activismo digital, cuando es responsable y consciente, se convierte en un aliado clave en la lucha contra la violencia de género.

25 de noviembre, compromiso permanente contra la violencia hacia la mujer

25 de noviembre: Eliminación de la violencia contra la mujer
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El 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer nos recuerda que no basta con indignarse una vez al año. La violencia de género sigue cobrando vidas y destruyendo proyectos en República Dominicana y en el mundo.

Desde la historia de las hermanas Mirabal hasta las estadísticas más recientes, el mensaje es claro: la violencia no es inevitable, es el resultado de estructuras y decisiones que pueden cambiarse.

La invitación es a transformar este día en un compromiso permanente: exigir políticas efectivas, acompañar a las víctimas, educar en igualdad y no guardar silencio frente a ninguna forma de maltrato. Cada gesto cuenta para construir un país donde todas las mujeres puedan vivir libres de miedo.

Preguntas Frecuentes (FAQ)

¿Qué se conmemora el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?

Se conmemora una jornada mundial de sensibilización, denuncia y acción frente a la violencia de género. Fue proclamada por la ONU para visibilizar que millones de mujeres sufren violencia física, sexual, psicológica, económica e institucional, y para exigir a los Estados medidas concretas de prevención, protección y sanción.

¿Por qué se eligió el 25 de noviembre y qué relación tiene con las hermanas Mirabal?

La fecha se eligió en memoria de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la dictadura de Trujillo en República Dominicana. Feministas latinoamericanas comenzaron a conmemorar ese día en los años 80 y, en 1999, la ONU lo reconoció oficialmente como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

¿Cuáles son los principales tipos de violencia contra la mujer?

Entre los principales tipos se encuentran la violencia física, psicológica o emocional, sexual, económica y patrimonial, simbólica o mediática, e institucional. Todas ellas pueden presentarse de forma combinada y tienen como base la desigualdad de género y las relaciones de poder que subordinan a las mujeres.

¿Cómo y dónde denunciar violencia contra la mujer en República Dominicana?

En República Dominicana, las mujeres pueden denunciar en fiscalías, destacamentos de la Policía Nacional, unidades de atención a víctimas y a través de líneas telefónicas de ayuda gestionadas por instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil. Es importante pedir información sobre medidas de protección, asistencia legal y opciones de refugio, y documentar, en la medida de lo posible, las agresiones sufridas.

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