Desventajas del quid pro quo
Manuel Vólquez
La prensa internacional comentaba hace unos días que un lujoso reloj de mesa de Rolex y un lingote de un kilo de oro, con dedicatoria incluida, están ahora en el escritorio del presidente estadounidense, Donald Trump. Destacaba que las piezas son dos nuevas incorporaciones a la lista de regalos recibidos por el mandatario, cosas normales cuando se escala al poder en la política.
Resaltaba además que días después de una reunión en el Despacho Oval de la Casa Blancas, en la que participaron el director ejecutivo de Rolex y otros empresarios suizos, se anunció un acuerdo que reducía los aranceles impuestos por Trump a Suiza del 39% al 15%. Los hombres de negocios definieron el regalo como un gesto de agradecimiento hacia el pueblo de Estados Unidos que “refleja el espíritu de amistad y los lazos duraderos entre las dos naciones”.
Lo ocurrido allí fue un quid pro quo, término en latín que literalmente significa “recibir algo a cambio de algo” y se refiere a un intercambio de bienes o servicios. Se utiliza para describir un trato recíproco o una compensación. Asimismo, consiste en tomar por error a alguien o algo por otra persona o cosa.
Se trata de una antigua costumbre que suele darse en todos países. Una forma de hacerlo es cuando un candidato presidencial en campaña electoral acepta donaciones económicas para su partido político de manos de empresarios u otros sectores adinerados. Es un gesto que luego es compensado con exenciones impositivas o exoneraciones de impuestos en caso de ganar las elecciones. Puede devolverse el aporte financiero nombrando a hijos o allegados de los donantes en cargos administrativos o diplomáticos, sin importar que no reúnan las condiciones para esos puestos.
Esos apoyos económicos también son implementados por sujetos ligados al negocio de las drogas, propietarios de bancas de loterías y apuestas, negocios de ventas de vehículos, entre otros. Es lo que se ha denunciado siempre. Incluso se inscriben en los partidos políticos para optar por cargos legislativos o municipales, buscando así protección en caso de ganar.
Sin embargo, en la práctica, las pretensiones de obtener protección resultan fallidas. Como ejemplo, tenenos varios casos de congresistas y regidores, activos o desplazados, pedidos en extradición por la justicia estadounidenses acusados de propiciar el narcotráfico. Otros han sido sentenciados aquí por las altas instancias judiciales. Es que el método quid pro quo también tiene sus desventajas y sorpresas.
