Rosado Mateo exige aclarar inconsistencias en incautación récord de droga en Caucedo

Rosado Mateo exjefe de la DNCD

Santiago.-El mayor general retirado Rolando Rosado Mateo, exjefe de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) de República Dominicana, cuestionó la transparencia y coherencia de las autoridades tras el decomiso de un cargamento récord de presunta cocaína en el Puerto Multimodal Caucedo.

En una reciente entrevista en Despierta con CDN, el oficial en retiro afirmó que las cifras oficiales no cuadran, que la incineración de la droga fue demasiado apresurada y que los reportes de las distintas agencias no concuerdan. También pidió mayor claridad sobre la supuesta participación de la DEA y el origen de la droga, señalando que podrían estarse configurando estructuras tipo cártel en el país.


El decomiso de cerca de 9.5 toneladas de presunta cocaína en el Puerto Multimodal Caucedo ha generado un intenso debate público en República Dominicana. De acuerdo con los reportes iniciales, las autoridades anunciaron el hallazgo el viernes 7 de un cargamento histórico de droga. Sin embargo, las cifras y las versiones oficiales se han visto enredadas en una serie de inconsistencias que, según el mayor general retirado Rolando Rosado Mateo, ameritan una explicación detallada y transparente.

Rosado Mateo, quien dirigió la DNCD entre 2008 y 2013, señaló que las cifras sobre el peso total de la droga varían entre la información proporcionada por la propia DNCD y la Procuraduría General de la República. Inicialmente, la DNCD habría mencionado unas 9.5 toneladas, mientras que la Procuraduría luego habló de 9.8 toneladas, una diferencia de cerca de 300 kilos sin aclaración convincente. Estas discrepancias han despertado sospechas y cuestionamientos tanto en la opinión pública como en grupos políticos y de la sociedad civil.

A ello se suma la rapidez con la que fue incinerada la droga. Según el exjefe de la DNCD, el cargamento fue hallado un jueves en la madrugada y anunciado el viernes, pero ya el lunes siguiente gran parte de la mercancía había sido destruida. Tradicionalmente, la incineración de grandes cargamentos solía ser un proceso más largo, que incluía verificación, resguardo y controles adicionales. En su experiencia, Rosado Mateo recuerda que la quema de estupefacientes se realizaba antes de forma semestral, o por lo menos con cierto lapso de tiempo. Desde 2012, se adoptó la incineración semanal para evitar acumulaciones y riesgos, pero el exfuncionario sostiene que la quema de este caso fue inusualmente acelerada, lo que reduce el margen para investigaciones más exhaustivas sobre el origen del alijo.

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Otro punto que genera dudas es la presunta participación de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) en el operativo. Según Rosado Mateo, los comunicados oficiales primero sugirieron que la DEA había colaborado en la incautación. Sin embargo, al revisar detenidamente las notas de prensa, no aparece mención específica de su intervención directa en el decomiso. Este vacío informativo es relevante porque poco después el presidente de la República afirmó que la DNCD y la DEA rendirían un informe conjunto. Si la DEA no estuvo en el origen de la inteligencia o en la operación, se desconoce sobre qué base podría presentar un reporte técnico del hallazgo.

La falta de consistencia también alcanza el tema del origen geográfico de la droga. Inicialmente, se insinuó que el cargamento provenía de Guatemala, ya que uno de los contenedores inspeccionados había llegado de ese país cargado de banano. Sin embargo, las autoridades guatemaltecas desmintieron enérgicamente esta versión. El ministro de Gobernación de Guatemala se refirió al tema para aclarar que no fue en su territorio donde se introdujo la droga. Incluso, el presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, se vio obligado a intervenir, negando categóricamente que el cargamento hubiera salido de su país. Esto no solo generó un revuelo internacional, sino que obligó a las autoridades dominicanas a reconsiderar sus declaraciones iniciales.

La contradicción más notable surgió del propio comunicado de la DNCD, que en un párrafo afirmaba que los contenedores inspeccionados eran uno con bananos y otro vacío, mientras que en el párrafo siguiente señalaba que la droga apareció en ambos contenedores, empaquetada en 320 sacos. Además, en algún momento se manejaron cifras en kilos y luego en paquetes, sin esclarecer con precisión la equivalencia entre ambos datos.


Rosado Mateo, quien actualmente es miembro de la dirección central del partido Fuerza del Pueblo, aclaró que sus declaraciones no persiguen desacreditar a la DNCD, a la Procuraduría ni a las agencias involucradas. Su intención es canalizar las dudas que circulan en la opinión pública y demandar explicaciones que fortalezcan la credibilidad de las instituciones. En su trayectoria, Rosado Mateo afirma sentir aprecio por la DNCD, y reconoce la integridad del actual presidente de la institución, el vicealmirante José M. Cabrera Ulloa, a quien describe como un oficial brillante. También elogia la calidad moral de las autoridades del Ministerio Público que estuvieron a cargo del caso.

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No obstante, el exjefe de la DNCD insiste en que debe aclararse por qué se presentaron datos tan confusos y por qué la destrucción del cargamento fue tan rápida. Según señala, la bóveda de la DNCD y las del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) cuentan con medidas de seguridad que permitirían resguardar el cargamento el tiempo necesario para llevar a cabo análisis más profundos. Mantener la droga bajo custodia por unos días más habría permitido, en su opinión, establecer con mayor certeza el origen de la sustancia, la ruta seguida, el nivel de pureza, y recopilar evidencia clave para una eventual persecución penal más sólida contra los responsables.

Otro punto medular es que, de confirmarse que el cargamento fue introducido por el Puerto Multimodal Caucedo, las preguntas sobre la penetración del crimen organizado en el sistema portuario dominicano se disparan. Rosado Mateo subraya que la magnitud del hallazgo no es cuestión menor. La existencia de un cargamento de casi 10 toneladas de cocaína sugiere que no se trata simplemente de “redes” que mueven el narcotráfico, sino que podría ser un indicio de estructuras con características de cárteles. La diferencia, explica, es que un cártel no solo trafica y distribuye, sino que controla toda la cadena: desde el cultivo y la producción hasta la comercialización. Aunque en República Dominicana no se cultiva coca, el hallazgo de cantidades tan enormes en tránsito o almacenamiento levanta sospechas de organizaciones más complejas y con mayor arraigo internacional.

Según el análisis del exjefe de la DNCD, no es la primera vez que se intercepta droga en Caucedo. De hecho, indica que los narcotraficantes suelen insistir en rutas que ya han probado anteriormente, pues han tenido éxito con ellas en el pasado. La lógica criminal sugiere que, si una red intenta mover 9.5 toneladas de cocaína por un punto determinado, es probable que antes hayan pasado alijos más pequeños sin ser detectados. Cuando finalmente se produce un decomiso grande, es porque la organización criminal consideró ese puerto como seguro o con alguna vulnerabilidad.

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La repercusión internacional del caso se puso de manifiesto cuando Guatemala se desmarcó de cualquier responsabilidad, y la situación obligó a las autoridades dominicanas a mostrar mayor cautela en sus declaraciones. Para Rosado Mateo, este tipo de episodios daña la imagen del país en el exterior y genera tensiones diplomáticas. Además, socava la confianza pública en las instituciones que deberían velar por la seguridad y la transparencia.

La preocupación del exjefe de la DNCD también radica en el hecho de que estas inconsistencias dificultan la labor periodística y la comprensión ciudadana del fenómeno. Mientras las autoridades no ofrezcan explicaciones coherentes y verificables, persistirán las dudas acerca del verdadero origen de la droga, la participación de agencias internacionales, y la cantidad real incautada. También seguirá en entredicho el porqué de la prisa por destruir el cargamento, en lugar de usarlo como evidencia clave para desmantelar redes criminales más grandes y complejas.


El decomiso masivo en Caucedo, lejos de cerrar el capítulo del narcotráfico internacional en República Dominicana, abre interrogantes de gran calado. La exigencia de mayor claridad formulada por el mayor general retirado Rolando Rosado Mateo no se limita a un llamado político; es una demanda que resuena en buena parte de la sociedad, que quiere entender de dónde provienen estos cargamentos, quiénes los facilitan, cómo atraviesan controles supuestamente estrictos, y por qué se manipulan cifras y procedimientos sin brindar explicaciones convincentes.

A la espera de un informe oficial que aclare las dudas, la ciudadanía y los medios de comunicación siguen pendientes. Las respuestas podrían tardar, pero la presión pública—canalizada por voces con experiencia en la materia—obliga a las instituciones a ofrecer una narrativa coherente. De lo contrario, el escepticismo y la desconfianza seguirán creciendo, mientras el país se pregunta si el decomiso récord no es más que la punta del iceberg de estructuras criminales mucho más arraigadas y sofisticadas de lo que se pensaba.

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